miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA PORNOGRAFÍA COMO GOCE AUTOERÓTICO.



Freud decía en sus comienzos que la pulsión sexual  era la fuerza más poderosa del sujeto. Aclarando, por supuesto, que sexual no es sólo genital  y que la represión, la sublimación y otros destinos de esta pulsión, son necesarios para hacer grandes cosas.
La genitalidad es parte de la vida de cada sujeto, mantenga o no relaciones sexuales.
Cuando el primer Goce que se conoce es un goce onanista, el goce de la masturbación, y se permanece en él, o se retorna a él por las exigencias de la relación con los otros, la pornografía puede tomar ahí su papel como auxiliar: un hombre o una mujer de cartulina, o una imagen proyectada en la pantalla del ordenador, alguien que no comporta la complejidad de un humano, un semejante viviente, hablante y deseante. Que no reprocha, ni demanda, ni desea. Algo a merced de nuestro deseo, en lugar de alguien a merced de su propio deseo, o lo que es aún más complejo, de sus pactos con otros humanos. Un goce autoerótico, en lugar de un goce intermediado por el otro.
Pero no sólo el consumo compulsivo de pornografía, también la droga es un goce autoerótico: la droga, que  produce una “sensación placentera” mientras se consume (después vienen los periodos de abstinencia, donde el placer queda sustituido por sufrimiento, o por el goce de la ausencia), a la que no se le tiene que pedir permiso, que no protesta y está siempre dispuesta a satisfacer al usuario a cambio de un poco de dinero. Goces masturbatorios:  “con mis propias manitas”, sin necesidad de otros.
Un Goce que incluya un tercero, ya es un Goce más civilizado, para aceptar la participación del otro en mi Goce, he tenido que aceptar alguna diferencia, que en el mundo hay humanos que hacen diferente que uno.  Y no estoy hablando del acto sexual exclusivamente. Todo acto humano conlleva un goce, y es más civilizado si incluye a otros.
La pornografía triunfa porque es un negocio, es una cuestión económica, de economía política, pero para que triunfe es necesario un apoyo en la economía libidinal, es decir, sólo porque hay en el sujeto un no saber cómo vérselas con su sexualidad, con las diferencias, con el otro semejante, es que la pornografía vende, puede ser hecha negocio.