Hace unos meses fuimos a ver a la grandiosa soprano Monserrat Caballé al Madrid Arena. Fue emocionante. Sin embargo, sin pánico y con extrema colaboración ciudadana, tardamos más de veinte minutos en salir del local, los ríos de gente (y eso que, incomprensiblemente, la Caballé no llenó más que la mitad del aforo, es decir, 5000 personas) se apelotonaban para llegar a la salida. El comentario con respecto al recinto fue: “esto es una ratonera”.
Ahora imagínense que en esa ratonera clausuramos todas las puertas y solo dejamos abierta la puerta principal, y le añadimos una reacción de pánico colectiva, en la que nadie piensa en nada más que en huir y salvar su propia vida, pase por encima de quien pase. El acto se organizó perversamente, se fueron construyendo paso a paso los fatales acontecimientos.
¿Saben los items que regula le ley de espectáculos?:
- El aforo.
- La prohibición de la entrada de menores.
- La prohibición de la entrada de drogas y objetos peligrosos al recinto.
- El personal de seguridad necesario para el evento.
- El personal sanitario necesario para atender eventualidades.
Pues no fue uno, ni dos, fueron todos los puntos perversamente pasados por alto por una sociedad que no cuida a sus jóvenes, por empresarios cuyo fin es el ánimo de lucro, sin importarles si el precio son vidas humana (el dueño de la Empresa que organizaba el evento ha estado encausado por homicidio) por personal no contratado y en condiciones de explotación máxima, que como sabían que estaban delinquiendo, ocultaban (la policía ha requisado cientos de cajas con entradas no entregadas a sus compradores, para que no fueran contabilizadas).
Una venta de entradas que superó en el doble el aforo. “Tenías que bailar botando, dicen algunos de los allí presentes, porque no te podías ni mover”, flanqueado por los cuatro costados, por sendos botadores como tú.
Un personal de seguridad no cualificado y explotado, de los aproximadamente 12-15 euros la hora que cobra un vigilante, los allí presentes cobraron 6 euros. La Empresa KONTROL, encargada según contrato de la seguridad, parece no existir, o al menos no está situada en su sede social.
Inexistencia absoluta y total de personal sanitario. Los carteles que ponían enfermería, eran atrezzo, una pantomima, como los hospitales abiertos por Esperanza Aguirre, que sólo se inauguraban para su regodeo, y nunca llegaron a funcionar. Qué manera de burlarse de todo.
Entrada de menores (una de ellas ha muerto). Parece ser que llegada una hora de la noche se dejó de pedir el carné de identidad a los asistentes.
Entrada de objetos peligrosos: bengalas, rastrillos (una de las asistentes, exclama asombrada que uno de los chicos entró con un disfraz que llevaba como complemento un rastrillo de verdad, nada de atrezzo, un arma peligrosa). No se hacía ningún registro a los jóvenes.
Estas negligencias pueden ser achacadas a la Empresa Diviertt, pero ¿por qué el Ayuntamiento alquila un local a un mafioso, delincuente, con una historia penal previa? Y además, según un portavoz de una asociación de policía, el Ayuntamiento, en su política de recortes, dispone de unas unidades de policía municipal especiales para intervenir sobre las masas, y no fueron utilizadas esa noche, porque “habría que haber pagado horas extra”. Sin hablar del afán de lucro que supone alquilar a precio de oro una ratonera, una trampa mortal.
Hay ahorros que salen tan caros como vidas humanas. Lo barato sale carísimo. Recortar presupuesto es recortar vidas, que es lo que parece que quisiera este gobierno, y si son de jóvenes molestos, de jóvenes que se lanzan a la calle a defender su derecho a la educación, a la cultura, al trabajo, pues mejor que mejor.
Algo me llamó poderosamente la atención, los periodistas lo llamaron templanza, llámenlo resignación cristiana si quieren, yo lo llamaría indiferencia. Me estoy refiriendo a la reacción del padre de una de las niñas asesinadas, en homicidio doloso. La joven Belén, una menor de 17 años.
“Estamos tranquilos, porque si Dios ha querido llevársela, Dios sabe lo que hace, o algo así. Estamos tristes, pero entendemos que tenía que ser así”.
Esta actitud de absoluta indiferencia, puede ser una identificación directa con Dios: mi hija ha muerto como murió cristo, hijo de Dios, para redimir a los hombres. Si es por el bien de la humanidad, bienvenido sea el sacrificio, así a lo mejor los jóvenes aprenden que deben estar en misa en lugar de en las fiestas. O puede ser: haga lo que haga Dios está bien. Esta la actitud de muchos ciudadanos del pueblo español, que creen que si Dios Rajoy hace, está bien hecho, es por el bien del pueblo, etc. Cuando no hay un gobernante de la democracia que le haya hecho tanto mal a España, y lo que te rondaré morena.
Un poco de rabia, un poco de odio hacia los asesinos, un poco de dolor por la pérdida, hubieran sido reacciones más comprensibles y saludables. Por eso yo no llamaría entereza a la reacción de este padre, lo llamaría locura. Una sociedad cristiana construida sobre la muerte, ya que en el inicio hubo que matar para “salvación y redención” de todos los hombres, estamos volviendo a la barbarie, a la economía de postguerra, basada en el ahorro en lugar de en la inversión, a la pérdida de derechos fundamentales de los trabajadores construidos con vidas humanas, a una sociedad cristiana, donde era “necesario” que el padre mandara a matar a su hijo, como parecen hacerlo algunos padres actuales con los suyos.
Vivan los jóvenes, porque lo que yo vi en el programa Espejo Público sobre los acontecimientos de aquella noche, fue la solidaridad de los jóvenes, que se agruparon para derribar puertas por donde escapar, que atendieron con sus conocimientos básicos a sus compañeras heridas, que avisaron a las fuerzas del orden público para que se personaran y al sistema sanitario para que atendiera a las víctimas. ¡Que vivan los estudiantes!, como decía en su maravilloso poema Violeta Parra.
Alejandra Menassa
No hay comentarios:
Publicar un comentario