Hay muchas leyendas clásicas en la literatura en las que un niño es abandonado por una familia rica y criado por una pobre, para después, una vez alcanzada la edad adulta, descubrir su verdadero origen y su alta alcurnia. Curiosamente, la filogenia (la historia de la constitución de la especia humana y su cultura tal como la conocemos hoy), asemeja intensamente a la ontogenia, (la producción de un humano singular, de un sujeto).
Hay un momento de la vida del niño donde sus padres son los mejores padres del mundo, los idealiza. Esta familia ensalzada por el niño, todopoderosa, “la mejor familia del mundo”, va a ser destronada, descendida a los abismos, cuando la rigidez mínima necesaria para la educación que los padres imponen al infante, les haga caer del pedestal. La contravención de la voluntad del pequeño, y sobre todo, llegar al conocimiento de la existencia de otros padres a los que el niño atribuye más poder, más ingresos o más reconocimiento social, que a los suyos, le hace dejar de idealizar a los padres. Estos ya no detentan la perfección que su inmadurez y su necesidad de cuidados le hacían atribuirles. Esta familia denostada, coincide con la familia pobre, la segunda familia de los relatos de los héroes. Por tanto, la primera y la segunda familia de los relatos épicos, son en el sujeto la misma y única familia, idealizada primero y denostada después.
Podemos asegurar que esta leyenda personal, que se denomina también novela familiar del neurótico y que hace fantasear al niño (a todos cuando niños alguna vez) con que esos no son sus padres, que sus verdaderos padres son otros, admirados por él, que “a él le debieron confundir en las cunas del nido en el Hospital donde nació”, etc., esta leyenda es uno de los factores psíquicos responsables de que ciertos best-sellers de la literatura sean tan bien acogidos, o que ciertas películas o telenovelas, (donde al final se descubre que menganito no es hijo de fulanito, y por tanto su amor por marianita, que creía que era su hermana, ahora ya es lícito, no es incestuoso, puesto que no son hijos del mismo padre), sean seguidas por millones de personas en el mundo. Cuando vemos esas telenovelas hay un deseo infantil que se cumple en el protagonista, y en nosotros mismos por identificación con el protagonista, de ahí su éxito. Además, en los adultos, muchas de las dudas sobre la paternidad con respecto a su padre o sobre la fidelidad de la madre, tienen que ver con esta fantasía infantil.
Hay un momento de la vida del niño donde sus padres son los mejores padres del mundo, los idealiza. Esta familia ensalzada por el niño, todopoderosa, “la mejor familia del mundo”, va a ser destronada, descendida a los abismos, cuando la rigidez mínima necesaria para la educación que los padres imponen al infante, les haga caer del pedestal. La contravención de la voluntad del pequeño, y sobre todo, llegar al conocimiento de la existencia de otros padres a los que el niño atribuye más poder, más ingresos o más reconocimiento social, que a los suyos, le hace dejar de idealizar a los padres. Estos ya no detentan la perfección que su inmadurez y su necesidad de cuidados le hacían atribuirles. Esta familia denostada, coincide con la familia pobre, la segunda familia de los relatos de los héroes. Por tanto, la primera y la segunda familia de los relatos épicos, son en el sujeto la misma y única familia, idealizada primero y denostada después.
Podemos asegurar que esta leyenda personal, que se denomina también novela familiar del neurótico y que hace fantasear al niño (a todos cuando niños alguna vez) con que esos no son sus padres, que sus verdaderos padres son otros, admirados por él, que “a él le debieron confundir en las cunas del nido en el Hospital donde nació”, etc., esta leyenda es uno de los factores psíquicos responsables de que ciertos best-sellers de la literatura sean tan bien acogidos, o que ciertas películas o telenovelas, (donde al final se descubre que menganito no es hijo de fulanito, y por tanto su amor por marianita, que creía que era su hermana, ahora ya es lícito, no es incestuoso, puesto que no son hijos del mismo padre), sean seguidas por millones de personas en el mundo. Cuando vemos esas telenovelas hay un deseo infantil que se cumple en el protagonista, y en nosotros mismos por identificación con el protagonista, de ahí su éxito. Además, en los adultos, muchas de las dudas sobre la paternidad con respecto a su padre o sobre la fidelidad de la madre, tienen que ver con esta fantasía infantil.