Dentro de lo cómico general, se distinguen tres especies de comicidad:
- El chiste.
- Lo cómico.
- El humor.
Estas tres especies de lo cómico juegan un importante papel en nuestras vidas y en lo que llamamos nuestra economía psíquica, son formas de “ahorro” de energía psíquica.
Decimos que en el chiste, lo que se ahorra es una represión, en lo cómico se ahorra una representación, y en el humor, se ahorra un sentimiento.
Con el chiste, ahorramos una represión, generalmente de una tendencia hostil o sexual. Por ejemplo, los chistes verdes levantan represiones sexuales, o los chistes hostiles: racistas, machistas, feministas, permiten expresar sentimientos de hostilidad que no podríamos expresar abiertamente, que habitualmente están reprimidos en nosotros. El chiste levanta en este caso una represión sexual, esa energía que estaba puesta en la represión, se libera ahora en forma de risa.
Lo cómico es un ahorro de una representación, por ejemplo: nos reímos cuando vemos a un adulto que se cae, y nos reímos cuando comparamos como sería el movimiento que habríamos realizado nosotros, con la exageración del movimiento de la caída, hay un ahorro de representación.
En el humor, quizás la más refinada de las formas de lo cómico, lo que se ahorra es el desarrollo de un afecto o sentimiento. Por ejemplo: un reo que está siendo conducido al cadalso ( a la silla eléctrica, por ejemplo), un día lunes, les dice a sus verdugos: Bonita manera de comenzar la semana. Con la producción de una frase humorística, se ha ahorrado el afecto o sentimiento doloroso.
El humor nunca es conformista, es más bien rebelde. El que es capaz de humor, produce una especie de admiración en el que escucha.
El humor se produce frente a situaciones adversas, para ahorrarnos un sufrimiento, trabaja para lo que llamamos el principio del placer (aquel principio que tiende a procurarnos placer y a evitar el sufrimiento). Por eso es algo fundamental en la vida de todo sujeto. Frente a situaciones que podríamos tomarnos dramáticamente, si somos capaces de reaccionar con humor, salvaremos la situación, con mucho menor costo psíquico. Se evitarían así la mayoría de las peleas matrimoniales, los disgustos por pequeños accidentes inevitables en la vida, etc. El psicoanálisis nos enseña a tomarnos la vida menos dramáticamente, a aprender a reírnos de nosotros mismos cuando sea necesario.
Cuadro: Los soles inextinguibles de tu pecho. Alejandra Menassa