Estatua: Asclepio
Ya sé que sorprende, pero algunas mujeres sienten que trabajar por dinero “las mancha”. Ellas preferirían hacerlo por amor, como lo hicieron siempre. Los divanes de los psicoanalistas están llenos de estos casos. Se podría incluso llegar a interpretar que la necesidad social de incluir a la mujer en el trabajo ha hecho que se pague menos a la mujer para que ella pueda trabajar sin tener esa sensación de quedar “manchada” por el dinero. Está claro que nuestra relación con el dinero debe cambiar. Cuántas mujeres con una formación profesional, hacen de asistentes de sus maridos sin cobrar un sueldo, les sorprendería saber que muchas, o realizan trabajos muy por debajo de su calificación profesional, o mal remunerados, cuyos sueldos no corresponden al puesto que ocupan.
Las ideologías decantan en leyes. Estuvo regulado por la Ley, que en ciertas profesiones (por ejemplo, la enseñanza, las mujeres no podían cobrar más de 2/3 de lo que cobraban sus homónimos varones), y para borrar la impronta de una ley, no basta con cambiarla (en EEUU, donde hemos señalado que las diferencias son más extremas, en 1950 Kenedy firmó la ley de igualdad de salarios, pero la que prevalece en la práctica, es la ley anterior, porque no se ha modificado un ápice la ideología). Piénsenlo. Muchas de las que están leyendo este artículo son mujeres trabajadoras: ¿creen que tienen el sueldo que corresponde a su formación? ¿No les cuesta cobrar, recibir el dinero producido con su trabajo? ¿Cuántas veces han renunciado a una remuneración, cuando correspondía que su trabajo se remunerara?
Las dejo con esta reflexión. No quisiera terminar sin señalar sucintamente, porque sería motivo de otra charla, otro de los puntos de vista desde los que se puede abordar la cuestión mujer y la Medicina, que es desde la paciente, la mujer como paciente y su relación con la Medicina. O más bien, desde los prejuicios que los Médicos (tanto ellas como ellos) tienen con respecto a las pacientes mujeres. La OMS ha desarrollado una página para debatir sobre el impacto del sexo en determinadas enfermedades (y no lo llamo género porque me parece nuevamente un eufemismo para elidir que los humanos somos sujetos sexuados y porque no me interesa si lo que digo es o no políticamente correcto).La cardiopatía isquémica (es decir, el infarto de miocardio y la angina de pecho), es un ejemplo de una de estas enfermedades donde el sexo del paciente determina una diferencia en la atención médica. Se sigue pensando que la cardiopatía isquémica es una enfermedad de hombres, cuando es la segunda causa de muerte en la mujer. Además, los patrones de la enfermedad, están descritos para el hombre, por lo que en ella, la clínica de la angina o el Infarto, al ser distinta que la del hombre, es en ocasiones infradiagnosticada, de hecho se llama "atípica", pero es con respecto al patrón tipico, que es el masculino. Además, como decíamos, ella misma sufre de estos prejuicios, de tal manera, que no reconoce en ella los síntomas, acudiendo más tarde al hospital que los hombres (hay 1 hora de diferencia entre el tiempo que un hombre con IAM tarda en llegar al hospital, y el que tarda una mujer). He aquí un amplio campo de trabajo.
Las ideologías decantan en leyes. Estuvo regulado por la Ley, que en ciertas profesiones (por ejemplo, la enseñanza, las mujeres no podían cobrar más de 2/3 de lo que cobraban sus homónimos varones), y para borrar la impronta de una ley, no basta con cambiarla (en EEUU, donde hemos señalado que las diferencias son más extremas, en 1950 Kenedy firmó la ley de igualdad de salarios, pero la que prevalece en la práctica, es la ley anterior, porque no se ha modificado un ápice la ideología). Piénsenlo. Muchas de las que están leyendo este artículo son mujeres trabajadoras: ¿creen que tienen el sueldo que corresponde a su formación? ¿No les cuesta cobrar, recibir el dinero producido con su trabajo? ¿Cuántas veces han renunciado a una remuneración, cuando correspondía que su trabajo se remunerara?
Las dejo con esta reflexión. No quisiera terminar sin señalar sucintamente, porque sería motivo de otra charla, otro de los puntos de vista desde los que se puede abordar la cuestión mujer y la Medicina, que es desde la paciente, la mujer como paciente y su relación con la Medicina. O más bien, desde los prejuicios que los Médicos (tanto ellas como ellos) tienen con respecto a las pacientes mujeres. La OMS ha desarrollado una página para debatir sobre el impacto del sexo en determinadas enfermedades (y no lo llamo género porque me parece nuevamente un eufemismo para elidir que los humanos somos sujetos sexuados y porque no me interesa si lo que digo es o no políticamente correcto).La cardiopatía isquémica (es decir, el infarto de miocardio y la angina de pecho), es un ejemplo de una de estas enfermedades donde el sexo del paciente determina una diferencia en la atención médica. Se sigue pensando que la cardiopatía isquémica es una enfermedad de hombres, cuando es la segunda causa de muerte en la mujer. Además, los patrones de la enfermedad, están descritos para el hombre, por lo que en ella, la clínica de la angina o el Infarto, al ser distinta que la del hombre, es en ocasiones infradiagnosticada, de hecho se llama "atípica", pero es con respecto al patrón tipico, que es el masculino. Además, como decíamos, ella misma sufre de estos prejuicios, de tal manera, que no reconoce en ella los síntomas, acudiendo más tarde al hospital que los hombres (hay 1 hora de diferencia entre el tiempo que un hombre con IAM tarda en llegar al hospital, y el que tarda una mujer). He aquí un amplio campo de trabajo.
Añadir para finalizar, que la Medicina fue desde sus inicios una mujer: la Diosa griega Hygieia, hija del Dios Asklepio, hijo a su vez del olímpico Apolo.