Cuadro: Jupiter y Thetis. Ingress
Apuntes de la psicoanalista: En las últimas frases de la paciente se pueden ver varias características de esta relación, la primera es la culpa. Podría parecer que la culpa es un sentimiento que surge a partir del maltrato por esta pareja, pero esto no es así. En su relato durante las sesiones, la paciente trae varias situaciones que la hacían sentir culpable, de hecho, los remordimientos se daban en ella después de cada acto: un examen, un trabajo, siempre pensaba que no lo había hecho del todo bien, que lo podría haber hecho mejor. Decía cualquier frase en una conversación, y después se preguntaba, a veces durante días, porqué habría dicho esa frase, se decía que no la tendría que haber dicho, etc.
Cuando se rompía algo en la casa, había tomado la costumbre de hacerse responsable, frente a la pregunta ¿quién ha roto esto?, ella respondía siempre: he sido yo. No entendía porqué lo hacía, siempre se llevaba un castigo o una reprimenda de la madre, y entonces, se sentía más tranquila.
Era evidente que la culpa la movía a actuar de esa manera. Como habíamos señalado, la culpa lleva al sujeto que la padece a buscar un castigo y en el castigo, siente un alivio.
Otra idea que mantenía la paciente es la idea de necesidad del otro, de que necesita un hombre, y además precisamente ese hombre y que no podrá vivir sin él. Si nos vamos a la realidad, ese hombre no es un sostén económico, ni intelectual para ella. En realidad, no lo necesita, sino para obtener el castigo que reclama su culpa.
Continuando el análisis, la paciente llega a relatar una escena, donde tras haber hecho una travesura, que no recuerda, el padre le grita, y la madre le dice que no le hable así a la niña. Ambos discuten y se gritan, “pero él no le pega a ella”, dice la paciente refiriéndose a su padre. Dos semanas después, mis padres se separaron, y yo siempre pensé que había sido por mi culpa. Tenía 5 años.
En esta paciente, la culpa está asociada al sentir de haber sido la causante de la separación de los padres.
Se deja maltratar porque cree que así su novio permanecerá a su lado, si ella le responde, la abandonará, como su padre hizo con ella y con su madre.
Se deja maltratar, porque así “fastidia a su madre”, recordemos la frase. “Creo que si a ella le molesta, lo hago más a propósito”, porque para ella su madre también es culpable de que su padre las haya abandonado, si hubiera aguantado sus gritos sin protestar, el no se habría ido.
Se deja maltratar porque ella misma se desprecia, le es muy fácil provocar el desprecio del otro.
Y por último, se deja maltratar porque inconscientemente es el mejor castigo para calmar su culpa. Incluso, a veces, busca el castigo, como cuando niña se hacía responsable de cualquier desperfecto en la casa, porque su sed del mismo es imparable.
En el transcurso del análisis, la paciente pudo ir elaborando su culpa, se fue dando cuenta de que ella no era la responsable de la separación de sus padres, aún cuando alguna vez recordaba haberla deseado, para quedarse sola con el padre, al que profesaba gran afecto. Se dio cuenta de que el deseo no tiene tanto poder: por desear algo, no se produce mágicamente.
Era evidente que la culpa la movía a actuar de esa manera. Como habíamos señalado, la culpa lleva al sujeto que la padece a buscar un castigo y en el castigo, siente un alivio.
Otra idea que mantenía la paciente es la idea de necesidad del otro, de que necesita un hombre, y además precisamente ese hombre y que no podrá vivir sin él. Si nos vamos a la realidad, ese hombre no es un sostén económico, ni intelectual para ella. En realidad, no lo necesita, sino para obtener el castigo que reclama su culpa.
Continuando el análisis, la paciente llega a relatar una escena, donde tras haber hecho una travesura, que no recuerda, el padre le grita, y la madre le dice que no le hable así a la niña. Ambos discuten y se gritan, “pero él no le pega a ella”, dice la paciente refiriéndose a su padre. Dos semanas después, mis padres se separaron, y yo siempre pensé que había sido por mi culpa. Tenía 5 años.
En esta paciente, la culpa está asociada al sentir de haber sido la causante de la separación de los padres.
Se deja maltratar porque cree que así su novio permanecerá a su lado, si ella le responde, la abandonará, como su padre hizo con ella y con su madre.
Se deja maltratar, porque así “fastidia a su madre”, recordemos la frase. “Creo que si a ella le molesta, lo hago más a propósito”, porque para ella su madre también es culpable de que su padre las haya abandonado, si hubiera aguantado sus gritos sin protestar, el no se habría ido.
Se deja maltratar porque ella misma se desprecia, le es muy fácil provocar el desprecio del otro.
Y por último, se deja maltratar porque inconscientemente es el mejor castigo para calmar su culpa. Incluso, a veces, busca el castigo, como cuando niña se hacía responsable de cualquier desperfecto en la casa, porque su sed del mismo es imparable.
En el transcurso del análisis, la paciente pudo ir elaborando su culpa, se fue dando cuenta de que ella no era la responsable de la separación de sus padres, aún cuando alguna vez recordaba haberla deseado, para quedarse sola con el padre, al que profesaba gran afecto. Se dio cuenta de que el deseo no tiene tanto poder: por desear algo, no se produce mágicamente.
Relató recuerdos anteriores a los cinco años, en los que ella podía reconocer que la relación entre sus padres ya no era buena antes de “la noche de la discusión”, y por tanto, ella no era la causa de la separación. Y finalmente, aplacada la culpa, y aplacado también el deseo de venganza hacia la madre, pudo acabar la carrera universitaria y separarse del hombre que la maltrataba e iniciar una relación con otro hombre que era amable con ella y que no la dañaba físicamente y supo apoyarla intelectualmente.
6. CONCLUSIONES:
- La culpa inconsciente es anterior al maltrato y no consecuencia del mismo.
- El sentimiento de culpabilidad inconsciente contribuye a la génesis de las situaciones de maltrato.
- El psicoanálisis es un tratamiento eficaz para resolver situaciones donde la culpa inconsciente juega un papel determinante, evitando la búsqueda de castigo.
La verdad que es super interesante
ResponderEliminarsu blog,
la leo y sigo para no perderla
Un saludo muy especial
Vaya!!! Ya te dije que era tu trabajo....
ResponderEliminarMe ha gustado el desenlace....
Pero pese a ello, la fuerza debe de residir en la aceptación de los hechos....
Luego otra cosa es poder separarlos y dar el siguiente paso....
Puedo entender muchas cosas que me sucedieron a esa edad de cinco años, pero, las asimilo, y nada me da la opción de aprobar la carrera o dejar a la otra persona.......
Disculpa mi neo, en todo esto....
Abrazos.....
Ella no es la culpa.
ResponderEliminarella fué testigo.
Ella no necesita castigarse.
Me gusta el finál.
Por quese ha sabido encontrar "ella".
Un trabajo mágnifico ..el tuyo
Te implicas.
Eso reconforta.
Te gratifica.
Felicidades¡¡
Trabajar en lo que te gusta y disfrutarlo.
Eso es un privilegio.
Beso
^-^ Me encanta el pintor Ingres. Como solo sentir culpa en el momento de reflexión. ¡Gracias por todo! ^-^
ResponderEliminarGracias Luna.
ResponderEliminarYo intenté seguirte,pero no veo la opción de seguidores en tu blog, supongo que copiando tu url, un saludo
Hola Erick: lo importante es que el psicoanálisis nos advierte que no se trata de los que nos pasó en el pasado, sino que eso nos sigue pasando hoy, aquí y ahora. No se trata del pasado, sino del presente.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Leni. Si, es cierto, me encanta mi trabajo. La complejidad del psiquismo humano es fascinante, y además, el psicoanálisis exige un trabajo sobre uno: no puedes no transformarte si te dedicas a esto. Es muy enriquecedor.
ResponderEliminarUn beso
Hola Odi. A mí también me encanta Ingress, (Roger liberando a Angelica me parece un cuadro fantástico). junto con Leighton, Boucher, Lefebvre... y muchos otros. La pintura es otro sistema significante, cono el lenguaje. Gracias por tu vivita, Odi.
ResponderEliminarera como y visita. ´Freud diría que yo también tengo insconsciente, jeje.
ResponderEliminarHola Alejandra: Me parece interesante el caso claro, leerlo es una cosa y trabajarlo es otra , digo , para ambas partes por la cantidad de trabajo que hay que hacer para romper con este tipo de estructuras pero también me pregunto cuantos hombres maltratados hay y también me pregunto cuantas veces pacientes de estas características intentarán hacer actuar a la/el analista el castigo que están buscando y si no dan con un buen profesional puede tornarse en algo terrible .Un beso y sigo leyendo
ResponderEliminarHola Verónica:
ResponderEliminarEs interesante lo que planteas, por supuesto, el relato de un caso no agota jamás todo el trabajo realizado, y las cosas se simplifican en la escritura, mucho más de lo que resultan en la práctica. Y sí, la resistencia es uno de los escollos a salvar, y la transferencia hace que el paciente repita en el análisis su historia personal, su manera de relacionarse, pero es el analista el que ha de responderle desde otro lugar, un paciente que busca castigo, no puede transformar al psicoanalista en un maltratador. Para eso está el análisis del psicoanalista. Si se van a psicoanalizar, asegurense al menos de que su analsita está a su vez en análisis.
Con respecto a uno de tus comentarios, Alejandra, está claro que el psicoanálisis te cambia la vida; al analista, y al analizado... A los dos.
ResponderEliminarUn beso.
Me encantaría una participar en una de esas sesiones, parecen muy interesantes. Por cierto, gracias por el comentario, y en cuanto a que te recuerdo a Miller... creo que es porque estoy enganchado a la generación beat jeje
ResponderEliminarSaludos
Uf miguel, para la escritura genial, pero se masacraron innecesariamente, a la poesía, a la escritura se llega por la alegría, como decía Salinas, le generación Beat fue un poco parnasiana inconscientemente: la búsqueda del dolor como camino a la creación. Atribuirle a las drogas la posibilidad o no de la escritura me parece demasiada atribución, la escritura es lectura y trabajo, no hay más...
ResponderEliminarUn beso y gracias por pasarte
Hola Francisco, asi es, no se puede ser psicoanalista si uno no está dispuesto a ser otro cada vez, a transformarse cada vez que sea necesario, según le va indicando la teoría psicoanalítica (su formación) y su psicoanálisis personal.
ResponderEliminarUn beso y gracias por tu cálida visita
Pr cierto que también la literatura te cambia la vida. Escribir y leer... parece la misma cosa. ¿Verdad?
ResponderEliminarte encontre y te volvere a leer. me ha gustado.
ResponderEliminarme ha gustado leer tu post he aprendido algunas cosas...
ResponderEliminarHola Francisco: por supuesto, con poe´si ay literatura, la vida es otra, se enriquece, la lectura es la posibilidad de vivir otras vidas sin la necesidad de hacerlas. Gracias y gracias, tú sabes porqué.
ResponderEliminarUn saludo
Gracais Isabela, yo también te sigo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Runner, te visito.
ResponderEliminarUn saludo
Estimada amiga, me parece un caso en sí mismo interesante, aunque en lo personal me gustaría puntuar en el deseo de la paciente por la separación de los padres, es decir, en el anhelo inconciente por que eso sucediera y quedarse sola con los favores del padre. Me inquieta un tanto ese aspecto, ya que, la culpa como sentimiento inconciente lleva al sujeto en cuestión al sacrificio anímico -recordemos el mito del Cristo, cordero que expía los pecados del mundo- y es en este sentido que la deuda se transmite. En este caso, ¿qué tanto pudo haber sido el deseo de la madre hacer sentir culpable a la pequeña, por rivalización a los afectos del padre, redimiendo así a la madre? ...
ResponderEliminarPor último, una gananacia secundaría, a mi entender, de un sentimiento de determinismo en el que los errores del mundo son asimilidos como propios... conlleva un rasgo paranoide en el que el narcisismo permite atribuir al aparato psíquico los acontecimientos del universo, otorgando un protagonismo anhelado desde aquella temprana infancia.
Saludos desde México. :D
algún modo ha de haber de resolver todo esto que duele dentro
ResponderEliminarun beso, alejandra
santi
Hola Alí: Se ve que alguna formación tienes al respecto, sabrás que los casos llevan meses de análisis y que el relato del caso nunca agota el mismo. En este caso no hay ningún atisbo de culpabilidad materna trasladada a la hija (en más de año y medio de análisis no pude escuchar ni una sola frase que hiciera sospechar esa hipótesis). Por otra parte, quizás haya algún rasgo paranoico en la manera de relacionar el mundo con sí misma, pero eso no me parece que justifique un diagnóstico de paranoia.
ResponderEliminarLos mecanismos implicados en la paranoia, son mecanismos normales, todo sujeto puede usar de llos sin ser paranoico. Freud siempre insistía en ello: los mecanismos son normales, son los fenómenos los que son patológicos. Gracias por haber abierto esta conversación, un cordial saludo desde Madrid
Hola Santi: Algún modo hay de resolver lo que nos duele, eso es lo que intenta mostrar el caso. Gracias por tu comentario
ResponderEliminarUn beso
Hola Alejandra: Lo patológico y las patologías no son lo mismo... no me parece (lo sabrás mejor que yo por supuesto) que la muchacha en cuestión contenga una patología de tipo paranoíca, es parte de nuestra estructura , ya que se desprende del narcisismo. Sin embargo, y para cerrar mi comentario, ese mecanismo paranoide puede llegar a covertirse en algo de doloroso y áspero.
ResponderEliminarSaludos ... :)
Hola Ali: me pareció interesante eso que señalas: haces una doferencia entre patología y patológico. Para mí no la hay, si me la muestras, quizás pueda verla. Quiero decir: Ni siquiera el dolor es patológico, a veces es necesario para creer, sentimos la herida narcisista de nuestra vencida ignorancia cuando aprendemos algo, y además, es una barrera, un límite, un mecanismo protector. Si no toleraramos algo de dolor, no podríamos nada.
ResponderEliminarSeguimos conversando, me parece muy interesante lo que traes.
Besos
Alejandra: para mí si la hay, una patología atiende a una normatividad o concepto de salud un tanto adaptativo del cual debemos prescindir, "objetivo", institucional, a una nosología pienso yo... y lo patológico, estimada amiga,es algo más discursivo, más resbaloso, en el que no es lo normativo externo lo que regirá los criterios de morbilidad en el individuo, sino la propia experiencia subjetiva. Hay pues, tantas posibilidades de normalidad como individuos. Esta es la postura de Canguilhem.
ResponderEliminarComo el ejemplo del dolor, sin duda, la presencia de éste no indica una patología ni que tenga la propiedad de patológico, es necesario y formativo en la estructura del sujeto, sino hay esa herida narcisista... no hay nada; así, si era doloroso, limitante, insoportable y sufriente para el paciente... era pues, patológico (siempre para él o ella en cada caso)...
Recordando a Freud, él no encuentra diferencia sintomática entre un duelo y una melancolía sino en la duración y devastación que trae la segunda para la vida anímica del propio paciente, es decir, que no le es posible recuperarse de la pérdida y rearmarse, y esto sólo es aprehensible en el terreno subjetivo... cuando la sombra del objeto ha caído sobre el yo.
Estimada, gracias por darte el tiempo de dialogar, es muy grato para mí leerte y enviar unas palabritas de mi humilde opinión.
Saludos desde México.
me parece interesantísimo el relato de t experiencia con esta paciente, porque se ve que estaba muy cogida por ese sentimiento de culpa , y por el deseo de ser castigada. La mente humana es tan compleja y hay tantas personas con probemas graves y yo diria que todos los demas con "problemas"; porque quien no tiene algun pequeño trauma de pequeño, o algun tipo de complejo, o alguna pequeña fobia.
ResponderEliminarGracias de nuevo por compartir tus experiencias con nosotros.
Sigue adelante, eres estupenda.