Cuadro: Más allá del horizonte. Miguel Oscar Menassa
Freud descubrió que los sueños tenían un sentido, que no eran una actividad que sucedía al azar, de manera caprichosa y carente de sentido. Tras intensa investigación, llegó a la conclusión de que ese sentido del sueño era la realización de un deseo, pero no de cualquier deseo, el deseo que se realiza en el sueño es un deseo reprimido.
Cuando nuestra conciencia no tolera uno de nuestros deseos hostiles o sexuales: amar a quién sabemos que no nos conviene o sentir hostilidad hacia alguien cercano, como un familiar o la pareja, los reprimimos, pero que esté reprimido no quiere decir que no tenga sus efectos. El deseo inconsciente reprimido puja por expresarse y lo hace en forma de sueños, o de síntomas o de actos fallidos (aquellas equivocaciones que cometemos en la vida cotidiana en actos que nos son familiares). Por ejemplo:
Voy a abrir la puerta del negocio y en vez de sacar las llaves que corresponden, saco las de casa, y no me doy cuenta hasta que intento abrir con ellas y no es posible.
Este acto fallido es muy común y en ocasiones tiene que ver con el deseo de volver a casa y no ir ese día a trabajar.
En los sueños de los niños, se ve muy claro la realización del deseo: Una niña a la que se le había prohibido comer golosinas por haber sufrido un empacho, sueña por la noche que las come sin que nadie se lo pueda prohibir.
Igual que en los actos fallidos y en los sueños, también en los síntomas histéricos o neuróticos hay realización de deseos. Los síntomas son como un jeroglífico que se diera a leer, pero es imposible de leer sin la contribución del que lo padece (lo que el paciente dice sobre el síntoma), y sin la escucha de un psicoanalista, porque el deseo no se expresa directamente en el síntoma sino que sufre una deformación para no ser reconocido.
Además en el síntoma no se expresa sólo el deseo inconsciente reprimido, sino también el castigo por ese deseo que el sujeto considera indecoroso.
Un ejemplo: el lavado de manos excesivo de los neuróticos obsesivos, que a veces les lleva a utilizar productos abrasivos como la lejía en la limpieza de las mismas, o se las lavan tan reiteradamente que consiguen agrietarlas, coincide en algunos pacientes con una sensación de “suciedad moral”, el lavado de las manos es como un “lavado de pecados”.
O el tabú del contacto: la prohibición de tocar que se imponen algunos pacientes obsesivos (que cogen un pañuelo para abrir el pomo de la puerta que otros han tocado antes, por ejemplo) es en realidad un intenso deseo de tocar reprimido. El deseo de tocar es transformado en el síntoma en prohibición de tocar.
Todos estos síntomas de la neurosis obsesiva desaparecen cuando se descifran y el paciente puede ir aceptando su deseo sin necesidad ni de reprimirlo, ni de realizarlo, que es otra forma de no querer saber nada del deseo.
Me has hecho recordar un sueño que he tenidop hasta no hace demasiado tiempo. Hace ahora dos años y medio que dejé el tabaco; pues bien, aún sueño que estoy de fiesta con el cigarro en la mano, disfrutando de cada calada. Cuando despierto por la mañana, me invade una gran sensación de culpa, que desaparece cuando tomos consciencia de que ha sido un sueño.
ResponderEliminarUn abrazo Alejandra.
Hola Jose: El sueño que traes es muy ilustrativo. Probablamente porque fumas en sueños no necesitas fumar en la realidad, es como si bastase el sueño para cumplir tu deseo, así que nada de culpas, es un mecanismo sano para mantenerte lejos del tabaco una vez despierto.
ResponderEliminarSaludos Jose
Deseos reprimidos... Ahora entiendo porque a veces sueño cosas increíbles, y otras no recuerdo nada...
ResponderEliminarHola Querido Francisco. Así es, los sueños son una llave a nuestros más íntimos deseos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Alejandra eso que dijistes...los sueños son una llave a nuestros mas intimos deseos..siento contradecirte pero en una gran PARTE NO ES NADA SIERTO...
ResponderEliminary si los sueños interpretan anhelos,tambien libertad..tus miedos..pero no son una llave a nuestros más intimos deseos..