Cuadro: Conversando. www.galeriatierra.com
Un problema frecuente en la clínica diaria es la agresividad de los pacientes y familiares, que muchas veces se transforma en agresión, aparentemente para con el médico.
Para poder abordar estas situaciones, salir ileso y mantener una relación respetuosa con el paciente, hay que tener en cuenta cuáles podrían ser las fuentes de la agresividad del mismo, si esto se tiene en cuenta, se evitará el paso de la agresividad a la agresión:
a) Lo primero es recordar que la relación médico-paciente es una relación transferencial. Esto quiere decir que el paciente puede estar enfadado con otros médicos, con motivos reales o fantaseados, y trasladar (transferir) su enfado a la actual situación. En estos casos lo más importante es no responder con agresividad. La agresividad es un estado altamente contagioso. Cuando el paciente dirige aparentemente contra el médico su agresividad, el primer impulso es a responderle en los mismos términos, eso aumentará la agresividad del paciente. Si el médico no abandona su lugar de profesional, no pierde la calma y trata al paciente correctamente, se terminará calmando.
b) Uno de los mecanismos más frecuentes de la producción de agresividad es un disgusto con uno mismo, que se proyecta sobre los otros, a modo de espejo. Cuando el paciente se da cuenta inconscientemente de que tiene un defecto, pero no quiere aceptarlo, cada vez que ve ese defecto en el otro (no es necesario que lo tenga, puede ser una atribución del paciente), en este caso el médico, esto le produce hostilidad. En realidad está enfadado consigo mismo, pero lo vuelca sobre el otro.
c) Hay humanos que no toleran en sí ninguna imperfección y viven la enfermedad como tal. Son altamente intolerantes con cualquier “defecto” y piensan que la enfermedad lo es. El médico les recuerda de alguna manera que están enfermos, y eso les molesta. Como vemos, son cosas que le pasan al paciente con el lugar que ocupa el médico, no con la persona del médico.
d) La intolerancia a la frustración y la falta de adaptabilidad a los cambios de la realidad, son también una fuente de agresividad. Hoy día no es infrecuente, sobre todo en la Sanidad Pública que el paciente tenga que esperar largas listas para llegar al especialista. Tenemos que tener en cuenta que no hay estado más narcisista que la enfermedad. Una persona enferma tiene todo su interés puesto en su enfermedad. El médico no puede esperar que entienda que hay otros pacientes además de él. Frente a las quejas del paciente con respecto a esto, hay que escucharlas e intentar no discutirlas.
e) El rechazo a ser ayudado: En ocasiones hay pacientes que viven bajo un ideal de independencia que es casi inhumano. Los humanos dependemos desde que nacemos. Para tomarse un café en un establecimiento, hacen falta cerca de 50 servicios: camarero, fábrica de servilletas, sistema de tuberías para obtener el agua, fábrica de azúcar, obreros que recogen el café. La independencia no existe. Necesitamos de los otros. Hay personas que preferirían hacerlo todo solas, aunque en el fondo saben que no es posible. Su narcisismo les impide aceptar con gusto su dependencia de otros. Querrían curarse por sus propios medios, y les repugna recibir la ayuda del médico. La sola presencia del médico, les recuerda que no pudieron solos, y eso les genera agresividad.
f) La relación ambivalente con las figuras de autoridad: Hay pacientes muy sumisos aparentemente, que muestran gran respeto por el médico, y parecen avenirse a todas sus indicaciones, pero después su tratamiento se torna mucho más difícil de lo que parecía en un principio. La relación con las primeras figuras de autoridad, sobre todo con la figura paterna, puede ser determinante en este sentido. Al padre se lo ama, pero también es el primero que impone restricciones a las pulsiones del sujeto, y por tanto, se le guarda rencor. Esta relación ambivalente se puede desplazar posteriormente a otras figuras de autoridad, el médico es en muchas ocasiones para el paciente un representante de este lugar del padre.
Lo más importante: Responder con agresividad a la agresividad verbal del paciente, lo único que consigue es generar mayor agresividad.
Un problema frecuente en la clínica diaria es la agresividad de los pacientes y familiares, que muchas veces se transforma en agresión, aparentemente para con el médico.
Para poder abordar estas situaciones, salir ileso y mantener una relación respetuosa con el paciente, hay que tener en cuenta cuáles podrían ser las fuentes de la agresividad del mismo, si esto se tiene en cuenta, se evitará el paso de la agresividad a la agresión:
a) Lo primero es recordar que la relación médico-paciente es una relación transferencial. Esto quiere decir que el paciente puede estar enfadado con otros médicos, con motivos reales o fantaseados, y trasladar (transferir) su enfado a la actual situación. En estos casos lo más importante es no responder con agresividad. La agresividad es un estado altamente contagioso. Cuando el paciente dirige aparentemente contra el médico su agresividad, el primer impulso es a responderle en los mismos términos, eso aumentará la agresividad del paciente. Si el médico no abandona su lugar de profesional, no pierde la calma y trata al paciente correctamente, se terminará calmando.
b) Uno de los mecanismos más frecuentes de la producción de agresividad es un disgusto con uno mismo, que se proyecta sobre los otros, a modo de espejo. Cuando el paciente se da cuenta inconscientemente de que tiene un defecto, pero no quiere aceptarlo, cada vez que ve ese defecto en el otro (no es necesario que lo tenga, puede ser una atribución del paciente), en este caso el médico, esto le produce hostilidad. En realidad está enfadado consigo mismo, pero lo vuelca sobre el otro.
c) Hay humanos que no toleran en sí ninguna imperfección y viven la enfermedad como tal. Son altamente intolerantes con cualquier “defecto” y piensan que la enfermedad lo es. El médico les recuerda de alguna manera que están enfermos, y eso les molesta. Como vemos, son cosas que le pasan al paciente con el lugar que ocupa el médico, no con la persona del médico.
d) La intolerancia a la frustración y la falta de adaptabilidad a los cambios de la realidad, son también una fuente de agresividad. Hoy día no es infrecuente, sobre todo en la Sanidad Pública que el paciente tenga que esperar largas listas para llegar al especialista. Tenemos que tener en cuenta que no hay estado más narcisista que la enfermedad. Una persona enferma tiene todo su interés puesto en su enfermedad. El médico no puede esperar que entienda que hay otros pacientes además de él. Frente a las quejas del paciente con respecto a esto, hay que escucharlas e intentar no discutirlas.
e) El rechazo a ser ayudado: En ocasiones hay pacientes que viven bajo un ideal de independencia que es casi inhumano. Los humanos dependemos desde que nacemos. Para tomarse un café en un establecimiento, hacen falta cerca de 50 servicios: camarero, fábrica de servilletas, sistema de tuberías para obtener el agua, fábrica de azúcar, obreros que recogen el café. La independencia no existe. Necesitamos de los otros. Hay personas que preferirían hacerlo todo solas, aunque en el fondo saben que no es posible. Su narcisismo les impide aceptar con gusto su dependencia de otros. Querrían curarse por sus propios medios, y les repugna recibir la ayuda del médico. La sola presencia del médico, les recuerda que no pudieron solos, y eso les genera agresividad.
f) La relación ambivalente con las figuras de autoridad: Hay pacientes muy sumisos aparentemente, que muestran gran respeto por el médico, y parecen avenirse a todas sus indicaciones, pero después su tratamiento se torna mucho más difícil de lo que parecía en un principio. La relación con las primeras figuras de autoridad, sobre todo con la figura paterna, puede ser determinante en este sentido. Al padre se lo ama, pero también es el primero que impone restricciones a las pulsiones del sujeto, y por tanto, se le guarda rencor. Esta relación ambivalente se puede desplazar posteriormente a otras figuras de autoridad, el médico es en muchas ocasiones para el paciente un representante de este lugar del padre.
Lo más importante: Responder con agresividad a la agresividad verbal del paciente, lo único que consigue es generar mayor agresividad.
La violencia siempre genera más violencia¡¡;)).. Te deseo un buen finde¡¡
ResponderEliminarBESOOSSS GUAPAAAA¡¡¡
Me encanta el cuadro me recuerda a una charla que tuve con un grupo de mujeres sentada en un árbol (el árbol de las muejeres)en Guinea Bissau. Es muy interesante lo que planteas también ,a veces ,ocurre que el paciente se siente violentado por el médico por eso es tan importante conocerse a sí mismo más aún los que están en la práctica hospitalaria . Un beso
ResponderEliminarHola Mamen: Así es. Un buen finde y besos
ResponderEliminarSi, esa es la segunda parte del artículo, habla de la agresividad de los médicos. El cuadro me encantó a mí también, no pude averiguar quién lo pinto, por cortesía puse el link con la galeria.
ResponderEliminarUn beso Verónica y gracias por tu visita