La histeria no es una enfermedad del siglo pasado, si bien es cierto que muchas de sus expresiones son otras que las que eran. Muchas de las enfermedades de la piel (como las urticarias, algunos eccemas, algunas atopias), ciertos tipos de mareo y de vértigo, algunas clases de dolor de cabeza, la afonía sin causa orgánica, la frigidez, las vulvovaginitis, el síndrome de vómitos cíclicos, algunos casos de colon irritable o de fibromialgia y otros dolores musculares crónicos, están en relación con ese padecimiento psíquico que es la histeria, más conocida actualmente en psiquiatría como trastorno conversivo, disociativo o somatoforme.
Es cierto que el gran ataque histérico con caída al suelo, convulsiones, etc, como lo describiera Charcot, es hoy en día muy raro de ver.
Debemos separar la histeria de la simulación. El paciente con histeria, no finge la enfermedad, la padece realmente. Ya ha maltratado mucho históricamente la Historia a los pacientes que han padecido histeria. La histeria es una enfermedad, no un capricho y declararla como tal ya es el comienzo para pensar una posibilidad de curación.
Desde el psicoanálisis sabemos que los síntomas de la histeria, son como una escritura jeroglífica, el paciente se sirve de ellos para hablar. Los síntomas tienen un sentido, no son azarosos. Una cojera sin causa orgánica o una dificultad para caminar, puede estar en relación con la frase referida a una situación de la vida de la paciente: “no puedo dar un paso” más. O una neuralgia (dolor en la cara), puede ser la expresión de la frase: “eso que me dijo, me sentó como una bofetada”, o una dificultad para tragar, con algo que el paciente no soporta: “eso no puedo tragármelo”.
Es el efecto de una frase en el cuerpo, ésta es una de las características de la histeria, su capacidad de somatización. Su capacidad de transformar procesos psíquicos en síntomas en el cuerpo. Por este mecanismo un dolor psíquico, por ejemplo, ante una ofensa, se transforma en un dolor somático, corporal. Pero este dolor, aunque sea de origen psíquico, es real. El paciente no finge y el dolor no es imaginario.
Sólo el psicoanálisis puede descifrar los jeroglíficos de la histeria y poner al paciente en otra relación con su deseo y con su cuerpo. Los pacientes que padecen histeria hablan con su síntoma e insisten en ser escuchados. Escuchémosles como corresponde.
Dra. Alejandra Menassa.
Psicoanalista: Médico Especialista en Medicina Interna.
alejandramenassa@telefonica.net
Es cierto que el gran ataque histérico con caída al suelo, convulsiones, etc, como lo describiera Charcot, es hoy en día muy raro de ver.
Debemos separar la histeria de la simulación. El paciente con histeria, no finge la enfermedad, la padece realmente. Ya ha maltratado mucho históricamente la Historia a los pacientes que han padecido histeria. La histeria es una enfermedad, no un capricho y declararla como tal ya es el comienzo para pensar una posibilidad de curación.
Desde el psicoanálisis sabemos que los síntomas de la histeria, son como una escritura jeroglífica, el paciente se sirve de ellos para hablar. Los síntomas tienen un sentido, no son azarosos. Una cojera sin causa orgánica o una dificultad para caminar, puede estar en relación con la frase referida a una situación de la vida de la paciente: “no puedo dar un paso” más. O una neuralgia (dolor en la cara), puede ser la expresión de la frase: “eso que me dijo, me sentó como una bofetada”, o una dificultad para tragar, con algo que el paciente no soporta: “eso no puedo tragármelo”.
Es el efecto de una frase en el cuerpo, ésta es una de las características de la histeria, su capacidad de somatización. Su capacidad de transformar procesos psíquicos en síntomas en el cuerpo. Por este mecanismo un dolor psíquico, por ejemplo, ante una ofensa, se transforma en un dolor somático, corporal. Pero este dolor, aunque sea de origen psíquico, es real. El paciente no finge y el dolor no es imaginario.
Sólo el psicoanálisis puede descifrar los jeroglíficos de la histeria y poner al paciente en otra relación con su deseo y con su cuerpo. Los pacientes que padecen histeria hablan con su síntoma e insisten en ser escuchados. Escuchémosles como corresponde.
Dra. Alejandra Menassa.
Psicoanalista: Médico Especialista en Medicina Interna.
alejandramenassa@telefonica.net
No se ven cuadros similares a los de Charcot, porque no se trabaja en areas marginales.
ResponderEliminarSe ve una sintomatología muy florida en las guardias, especialmente las de fin de semana, en centros de salud de zonas carecientes y muchas veces en la ciudad misma. Estos casos no llegan al consultorio, eso sí.
Saludos