viernes, 28 de agosto de 2009

ACERCA DEL MIEDO, EL SUSTO Y LA ANGUSTIA.


Cuadro: Mujer saliendo del psicoanálisis. Remedios Varo.

Hoy nadie duda que hay enfermedades causadas por un susto. Goethe lo llamaba susto cristalizado. El trastorno se conoce hoy como trastorno por estrés postraumático. Freud y otros autores de la época lo llamaron neurosis traumática.
La palabra miedo se confunde muchas veces con el susto y la angustia, y es conveniente diferenciar estos tres términos.
El miedo tiene siempre un objeto determinado que lo causa, cuando sentimos miedo, sentimos miedo de algo. En el susto el factor sorpresa es fundamental, todos sabemos que una mala noticia que no se espera nos impacta mucho más que la mala noticia esperada. Se ha comprobado que las personas que sufren un accidente de tráfico y han podido segundos antes del mismo reconocer la situación de peligro, tienen menor incidencia de neurosis postraumática que aquellas a las que el accidente de tráfico las encontró desprevenidas, aquellas que no pudieron prepararse para el peligro.
Y ahí entra la angustia, la angustia es una preparación para el peligro, un estado que nos alerta, una señal de que hay un peligro cercano. En este sentido, la angustia sería protectora. Suele suceder en el pensamiento psicoanalítico, que aquellas cosas que consideramos “malas” o nocivas, adquieren a la luz de éste su sentido positivo.
Alguien que, es incapaz de protegerse contra el peligro psíquico, podíamos decir, contra el trauma, es que fue incapaz de desarrollar la angustia necesaria. Podemos decir que la angustia nos protege contra el susto, porque anula el factor sorpresa, nos previene.
Pero hay enfermedades psíquicas, en que la angustia pierde esta función protectora, y torna casi imposible la vida de quien la padece. Mientras la angustia sostenga al sujeto ( es decir, le proteja, le prevenga), todo va bien, el problema aparece cuando tenemos angustia, cuando la padecemos, entonces aparecen una serie de síntomas corporales y psíquicos, como las palpitaciones, los mareos y vértigos, el dolor y la opresión en el pecho, la sensación de muerte o de volverse loco. No se trata de terminar entonces con la angustia, ya que cumple su función, sino que se trata de volver a ponerla en su lugar, y eso es lo que consigue el paciente en psicoanálisis.

lunes, 24 de agosto de 2009

UN POCO DE HUMOR. ¿IMPORTA EL TAMAÑO?



El financiero Madoff, que empezara como contable en una residencia de mujeres sionistas y terminara estafando a medio mundo, ha vuelto a desatar estos días un debate antiguo ya, de larga data y reiterada recurrencia: ¿Importa el tamaño del pene?
Una de sus amantes, estafada también por Madoff, ha querido vengarse de él –y probablemente recuperar unos cuantos dólares- publicando un libro donde relata su relación con el “financiero”.
Dice en esas páginas, que tras unos meses de caricias y arrumacos, llegó por fin la noche donde se desnudaron juntos a la luz de la araña de uno de los hoteles más lujosos de Nueva York, ella declara el respecto: “Fue el día más desafortunado de mi vida” (vean el doble sentido de esta afirmación, ya que poco después perdería a manos de su amante, toda su fortuna), "tenía un pene extremadamente pequeño". ¡Qué desilusión!
No sabemos si esta afirmación es verdadera o es fruto del despecho y del desamor de Madoff hacia su joven amante, pero lo que sí es cierto es que este tipo de aseveraciones siguen teniendo un impacto social deletéreo sobre la persona a la que se dirigen.
Desde el punto de vista del psicoanálisis es un caso interesante de dilucidar:
La importancia del tamaño del pene, es por supuesto relativa, pero ¿con qué lo comparamos para decir: es grande o es pequeño?
Hay un momento del crecimiento de cada niño en el que se atribuye falo (en este caso podemos decir pene sin equivocarnos mucho) a todo: hombres, mujeres y objetos inanimados. A la madre, sujeto más importante para el niño, también se le atribuye pene, y si comparamos el exiguo tamaño del infantil sujeto con el de su madre, a la que juzga enorme desde su pequeñez, pues entonces, el pene de la madre, en esa época en la que aún se desconoce la diferencia sexual, será, como ella, también enorme. Se observa no con poca frecuencia en la clínica, que pacientes que tienen un tamaño normal del pene (según medidas anatómicas estándar), consultan un médico tras otro, porque sienten que es pequeño, a pesar de que los médicos le dicen que es normal, y hasta algo por encima del tamaño medio, siguen insistiendo en que no lo es, que es demasiado pequeño. ¿No lo estarán comparando con aquél pene mítico, enorme, que se le atribuía en la infancia a la madre fálica?