lunes, 30 de enero de 2012

MEDICINA PSICOSOMÁTICA.


MEDICINA PSICOSOMÁTICA

Soy médico Internista, especialidad realizada en el Hospital Doce de Octubre, Psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero y profesora del Seminario de Postgrado en Medicina Psicosomática de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, inaugurado en el año 2002, dirigido por Miguel Menassa.

Este seminario es un lugar de investigación y exposición de lo investigado en el campo de la Medicina Psicosomática con el Psicoanálisis como instrumento de lectura.

Aunque la inauguración del Seminario se hace oficial en el año 2002, la Escuela de Psicoanálisis viene trabajando esta problemática de la Medicina Psicosomática desde sus inicios. Una preocupación teórica por las cuestiones de la Psicosomática recorre muchos de los textos del Dr. Miguel O. Menassa, Médico Psicoanalista y Director de esta Institución desde 1981.

El Seminario es, como todo grupo de trabajo dentro de esta Institución, una máquina productora de sujetos, en este caso de psicoanalistas específicamente formados en el estudio y abordaje terapéutico de pacientes con procesos psicosomáticos. La salud es una producción y la formación de profesionales para su consecución es su pilar fundamental, y la única forma de dar cuenta de este proceso de formación es la escritura. Por eso, ya del Seminario han surgido varios textos de Medicina Psicosomática.

Aunque el seminario esté especialmente dirigido a la psicosomática, el ejercicio necesario de despejar esta estructura de las restantes: neurosis, psicosis, enfermedad orgánica..., hace ineludible ahondar en su estudio.

Cualquier acercamiento a la Medicina Psicosomática no puede dejar de lado una mirada sobre cómo en el devenir de su historia la Medicina ha ido progresivamente avanzando en el conocimiento de los procesos orgánicos, despojándose de creencias o concepciones mágicas y acercándose al conocimiento científico que preside en el momento actual su teoría y su práctica. La Medicina ha ido pensando la relación entre lo somático y lo psíquico, presente desde el inicio hasta el momento actual de distintas maneras en los distintos periodos históricos.

En cada periodo ha sido un determinado pensamiento científico el que ha regido el progreso del conocimiento médico y por tanto su práctica.

Se han tenido que ir derribando prejuicios, recordemos que cuando Pasteur descubrió las primeras bacterias, había autores médicos que sostenían que era imposible que un organismo tan pequeño, que solo se podía ver al microscopio, produjera daño a un humano, que era mucho más grande. O también podemos recordar el ejemplo de Hipócrates, la teoría de los cuatro humores, que tuvo su origen en la teoría filosófica de los cuatro elementos, dominó el pensamiento médico durante siglos. La bilis negra, bilis amarilla, flema o pituita y sangre eran los cuatro humores, y de su equilibrio o desequilibrio dependía la salud y la enfermedad. Las técnicas de curación eran entonces las ventosas y las flebotomías, congruentes con su teoría.

La Medicina en su transcurrir se ha ido haciendo con los instrumentos necesarios para poder pensar lo Psicosomático, tomándolos en ocasiones, de otras ciencias.

Podríamos pensar que el Psicoanálisis por ser la teoría que da cuenta del sujeto psíquico, necesariamente ha de hacer aportes a la teorización sobre la Psicosomática. Sin el concepto de inconsciente, es prácticamente imposible explicarse algunas patologías.

Me parece necesario aclarar qué decimos cuando hablamos de Medicina Psicosomática. A primera vista el término psicosomático puede parecer muy amplio, si lo interpretamos como todo proceso psíquico que tiene su influencia en lo somático. Esta vaga definición, permitiría incluir en lo psicosomático procesos como lo que se conocía en tiempos de Freud como histeria, que ahora se conoce más como trastorno somatoforme (donde un estímulo psíquico produce una lesión funcional somática, como por ejemplo una parálisis braquial) o procesos fisiológicos como el rubor (expresión somática visible de un estimulo psíquico), etc., que no pueden ser considerados estrictamente psicosomáticos. Se trata de señalar los límites de lo psicosomático, ese es quizás el trabajo central para cualquier estudioso de este campo. La estructura psicosomática sería una estructura diferente a las neurosis de transferencia, la psicosis, la perversión o la depresión, se trata de determinar las características singulares de esta estructura y sus radicales diferencias con el resto de las estructuras freudianas.

Lo que nos lleva a pensar la estructura psicosomática como una estructura singular, es la teorización de Freud con respecto a las neurosis actuales, donde señala como característica fundamental de éstas la imposibilidad de elaborar los estímulos somáticos por vía psíquica, de tal manera que se elaboran exclusivamente por vía somática, produciendo en su insistencia lesión de órgano.

Se trata de llevar a cabo una lectura psicoanalítica de la psicosomática, a la manera en que Freud escribe: Observaciones psicoanalíticas sobre..., es decir, no se trata de una descripción fenomenológica de una determinada entidad nosológica, sino que se trata del despliegue de esa estructura en análisis.

Hay muchas estructuras o dolencias psíquicas que se acompañan de afectación corporal, así la histeria puede tener parálisis, urticaria, algunos tipos de asma. Las enfermedad orgánicas, como el cáncer o el SIDA, que muchas veces se preceden de una depresión, también tiene afectación corporal, pero no es estrictamente una enfermedad psicosomática. La psiconeuroinmunología se ocupa de estudiar la interacción entre el psiquismo y los sistemas nervioso, inmune y endocrino, y ha demostrado que en la depresión psíquica existe también una depresión inmunológica concomitante, lo que lleva al desarrollo de algunas enfermedades. Es conocido desde la Segunda Guerra Mundial que los soldados de los ejércitos derrotados, enfermaban mucho más de enfermedades infecciosas, como la disentería, una forma grave de diarrea infecciosa, que los vencedores.

Todos sabemos que bajo determinadas situaciones de estrés psíquico: momentos de exámenes, procesos de separación matrimonial, procesos de duelo, nuestro sistema inmune tiene “baja la guardia”, por decirlo de alguna manera, y tenemos mucha más propensión a sufrir procesos infecciosos: faringitis, otitis, gastroenteritis, etc.

Además, bajo el afecto de la felicidad, florece todo el organismo, y se recuperan o se conservan algunas manifestaciones de la juventud, mientras que la tristeza nos encanece y acelera los procesos de envejecimiento.

Las enfermedades propiamente psicosomáticas son precedidas en muchas ocasiones de una situación clínica que conocemos con el nombre de neurosis de angustia, en DSM IV estaría dentro de los trastornos por ansiedad generalizada, y que se manifiesta especialmente por síntomas neurovegetativos: todos sabemos más o menos lo que es una crisis de angustia: palpitaciones, aceleración de la respiración, temblores, en ocasiones aumento del ritmo intestinal y de la frecuencia de la diuresis, etc. Las enfermedades psicosomáticas, también son generalmente mediadas por el sistema nervioso autónomo, así el asma, la HTA. Las siete grandes enfermedades psicosomáticas que describió la Escuela de Chicago: Asma, Hipertensión, Úlcera Péptica, Tirotoxicosis, Neurodermatitis, Enfermedad Inflamatoria intestinal, Artritis reumatoide.

No obstante, sabemos que a parte de estas enfermedades, donde lo psíquico puede ser en ocasiones etiológico, estar en la base de la producción de la enfermedad, tenemos que tener en cuenta que la actuación del psicoanálisis es mucho más amplia, ya que lo psíquico influye en elementos tan importantes como la adherencia al tratamiento (que el paciente haga bien o mal el tratamiento), la respuesta a los fármacos, la evolución más grave o más leve de la enfermedad, e incluso la curación. Porque no basta con hacer un buen diagnóstico y un tratamiento correcto, el paciente también decide con quién se cura, a quién le ofrenda su curación, por decirlo de alguna manera. La relación médico paciente es fundamental, determina la respuesta la tratamiento. A veces vemos como afectos como la culpa, hacen que el paciente no se cure o no termine de responder al tratamiento, porque la enfermedad es percibida como un castigo que calma la culpa.

En este sentido, el psicoanálisis puede ayudar mucho a la medicina, pueden ser grandes complementarios.