domingo, 26 de abril de 2009

PREMIO ESTE BLOG TAMBIÉN ES FEMENINO (MASCULINO Y NEUTRO) E INTELIGENTE, YA QUE ESO NO DEPENDE DEL SEXO.


Gracias a Sakkarah por el premio, felicitaciones por haberlo recibido a su vez, y mi agradecimiento por haber querido compartirlo conmigo, el premio te invita a la producción de un poema, relato, etc, con una serie de palabras, yo escribí un poema, y aunque no es muy habitual que haya poemas en este blog, hacemos una excepción por celebración. Ahí va este.
Se lo dedico a Sakkarah, pero antes, a su vez hay que entregar el premio a seis compañeras bloggeras, que son invitadas a escribir también sus poemas o relatos, y son:
Psicoanálisis y Poesía Hoy, Magdalena Salamanca: http://magdalenasalamanca.blogspot.com/
Poesía Poesie Poemas Poemes Claire Deloupy http://poesiapoesiepoemaspoemes.blogspot.com/
Poesía más poesía, Cruz González: http://poesiamaspoesia.blogspot.com/
La sangre que faltaba, Lucia Serrano http://lasangrequefaltaba.blogspot.com/
Al filo de la poesía, More Baker http://enelbordedelcamino.blogspot.com/
Te miro desde el faro, Sara http://temirodesdeelfaro.blogspot.com/
Y ahí va el intento de poema, con las palabras:
VIDA, AMOR, LITERATURA, SEXO, VIAJE, CINE

ESTA VIDA

Esta vida, que cultivo día a día como a la rosa de los
vientos,
Esta vida que ato al amor por el extremo de la noche,
esta vida, donde lo literario se confunde con el sueño
y el sueño se enreda en los pasos por dar y en los ya
dados,
esta vida, de sexo de gladiolos, como diría Breton, esta
vida de sexo de bombones, este sexo de la literatura, este
affaire con la página en blanco, este flirteo con la letra,
este viaje sin fin al centro del poema, este viaje sin fin,
equipaje de letras y de libros.
Esta vida de cine, de película en color, de besos,
de labios desasidos, de batallas nocturnas y de espliego,
esta tragicomedia que protagonizamos,
esta vida, cuánto amor, esta vida de tallos mecidos por el viento,
esta vida de espejo de las horas, de sonrisa intermitente
y creciente desamparo.
Esta vida de arréglatelas sólo, esta vida, cuánto amor, esta vida,
siempre hay otros (yo misma) esperando con su sombrero ladeado, una palabra.

miércoles, 22 de abril de 2009

¿ANOREXIA INFANTIL?


Nota aclaratoria tras leer los comentarios: La protagonista de los relatos, no soy yo. Yo trabajo de psicoanalista y en mi práctica diaria, me encuentro con ejemplos ejemplares de algunos padecimientos psíquicos, la intención de relatarlos aquí es que si alguien se encuentra alguna vez en una situación similar, sepa que es tratable, curable y a quién debe consultar. Gracias por vuestros comentarios.
Los médicos me dijeron que mi hija tenía anorexia. Me asusté mucho, la niña tenía apenas dos años, no sabía que estas cosas pasaban a edades tan tempranas. Lo cierto es que apenas comía, lo hacía muy caprichosamente, y muchas veces vomitaba, estaba por debajo de eso que los médicos llaman percentiles normales de peso y estatura, y yo no sabía qué hacer.
Conocía desde hace unos años a una médica del Hospital, que además era psicoanalista. No es que hubiera pensado antes en psicoanalizarme, pero si alguna vez lo hacía, fantaseaba con que sería con ella.
El último pediatra que visitamos me debió ver un poco nerviosa, y me dijo muy amablemente, y casi temeroso, que me aconsejaba consultar un especialista, porque seguramente la niña percibía que yo estaba tensa, y eso no la ayudaba. Debía creer que me lo tomaría a mal, pero en realidad, yo ya lo sabía. Le dije que lo haría, y se quedó sonriendo entre satisfecho y sorprendido, mi reacción no debía ser de las más habituales.
Tenía el teléfono en mi agenda, no sé cómo llegó hasta ahí, quizás hacía tiempo que la idea de psicoanalizarme me venía rondando. Dije: ha llegado la hora y descolgué el teléfono y llamé. Me dio una cita y acudí a la consulta. De lo primero que me di cuenta, hablando en mis sesiones, fue de algo que tenía totalmente olvidado. Cuando la niña nació yo tuve varias mastitis, salía de una y me metía en otra, y por eso no pude darle el pecho, lo pase fatal, con unos dolores espantosos. Mi deseo habría sido amamantarla, pero el dolor lo convertía en misión imposible.
Ya por entonces estaba mal con Pablo, mi marido, en realidad estábamos mal desde siempre. No sé porqué la inercia nos llevó primero a ser novios, después a casarnos, y finalmente a quedarnos embarazados, cómo solía decir él, en el peor momento. Así que yo quería un hijo, pero Miriam no llegó en el momento más adecuado, y nunca comió bien esta niña.
Las relaciones entre Pablo y yo pasaron de ser tensas a ser tormentosas y francamente hostiles. Cuando se alimenta a un niño, se le da también con el alimento, amor. No se trata sólo de cubrir su necesidad nutricia, sino también su necesidad de ternura. Y yo no había podido eso nunca con la pequeña Miriam. Me daba cuenta ahora que ya las mastitis podrían haber sido consecuencia del rechazo que sentía a amamantarla.
Les parecerá estúpido a los que creen en el instinto maternal y esas cosas. No hay nada instintual en ser madre, hay que aprenderlo todo, todo. Cuando me di cuenta de que el rechazo que mi hija sentía por la comida podía tener que ver con el rechazo con el que yo le había dado de comer desde bebé, primero me sentí una especie de ogro, luego me di cuenta de que en ningún momento la situación fue fácil para mí. Casada con un hombre al que no sé porqué razón había llegado a detestar, trabajando, cuidando prácticamente sola de la niña, sintiéndome horrible porque el embarazo había deformado mi cuerpo hasta tal punto que no lo reconocía. En realidad, rechazaba a la pequeña porque no me aguantaba a mí misma. Poco a poco me fui reconciliando conmigo y con Miriam. Ella empezó a mejorar, a comer más normalmente, y sobre todo, a no chantajearme con sus amenazas, cumplidas muchas veces, de vomitarlo todo. Cada vez que quería algo, amenazaba con vomitar lo poco que habíamos logrado que comiera si no lo conseguía inmediatamente, y así, la comida o la no comida era su manera de dominarnos a su padre y a mi. Estos juegos de poder en torno a la comida, se fueron diluyendo, yo me relajé. Pablo hizo algunas entrevistas de pareja conmigo y luego comenzó su psicoanálisis. No nos separamos, solución que nos rondaba a los dos por la cabeza. Algo cambió en nuestra manera de relacionarnos, no es el hombre perfecto, pero ¿eso existe? Creo que me quiere y yo sé que alguna vez lo quise mucho, y ahora estoy volviendo a amarle, poco a poco. Mi hija Miriam está en percentiles normales de talla y peso, desde hace unos meses. Y yo, creo que hasta soy feliz, sensación que hace años que no experimentaba...

jueves, 16 de abril de 2009

CONFERENCIA DE ENTRADA GRATUITA: ASMA. ASPECTOS PSÍQUICOS


El miércoles 22 de Abril de 2009, conferencia de entrada gratuita sobre uno de los ejemplos más comunes de enfermedad psicosomática: el asma. Cómo influyen los aspectos psíquicos en su producción y en su mantenimiento. Os esperamos

lunes, 13 de abril de 2009

ENTREVISTA A ALEJANDRA MENASSA EN EL DIARIO PÚBLICO SOBRE MEDICINA PSICOSOMÁTICA


Cuadro: Fragmentos estelares. Miguel Menassa

...Diversos estudios han demostrado que un acontecimiento adverso puede no sólo causar una depresión psiquiátrica sino, también, afectar al sistema inmunológico y hacer que el cuerpo sea menos hábil a la hora de luchar contra virus y bacterias. Así, es aceptado por la comunidad científica que las personas tristes o deprimidas sufren más resfriados.
La medicina psicosomática es la disciplina que trata la relación entre las emociones y las patologías orgánicas. El término psicosomático fue acuñado en 1918 y ha gozado de una reputación desigual hasta hace relativamente poco tiempo. Según la médico y psicoanalista Alejandra Menassa especialista en este campo, a las personas les cuesta creer que los procesos psíquicos "en su insistencia, pueden producir crisis somáticas". Sin embargo, la experta recurre a algo tan común como el rubor para explicar la evidencia. "El proceso se ve muy claro cuando nuestro rostro se ruboriza al escuchar una determinada frase", apunta.
Hasta un simple resfriado puede tener su origen en la tristeza o el estrés
Para Menassa, no se puede decir que los acontecimientos traumáticos provoquen en sí enfermedades, pero sí que lo hace "la manera que tiene cada uno de reaccionar ante tal suceso". Define las patologías psicosomáticas como aquellas desencadenadas "más por la angustia que por la depresión" y, entre ellas, destaca la hipertensión.
La depresión facilita mecanismos que pueden predisponer a un episodio cardiaco
El vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Francisco Chorro, señala por su parte que hay estudios que demuestran que una situación de depresión por un acontecimiento grave facilita diversos mecanismos que pueden predisponer a sufrir una afección cardíaca. Estos van desde variaciones en el sistema nervioso vegetativo hasta cambios en la inmunidad o en la inflamación...

Si quieres entrar en la edición digital y hacer comentarios, puedes hacerlo siguiendo este link:
http://www.publico.es-público.es-El sufrimiento que si causa enfermedades (hay que copiarlo y pegar en la barra de direcciones completo hasta enfermedades, sino no sale)

jueves, 9 de abril de 2009

IMPOTENCIA TOTAL.



El caso es que al principio tenía una vergüenza enorme, ¿cómo me presentaba yo allí y le decía que nada de nada, que no había manera de …? Y encima era una mujer, no sé cómo se me ocurrió llamar a una especialista mujer. Vi el anuncio y no lo pensé más: "yo voy, y se lo digo". No se lo había contado a nadie antes, a nadie, ni a mis mejores amigos. Yo sabía lo que me pasaba, es decir, cuáles eran los síntomas, pero no sabía cómo relatarlos. Esa fue la primera sorpresa, darme cuenta de que nunca había hablado, no ya de mi problema, sino de nada que tuviera que ver con el sexo con mis amigos, es más, cuando ellos comenzaban la conversación en torno a “esos temas” yo me escurría, ponía cualquier excusa y desaparecía. En el Instituto, nos habían puesto un vídeo de educación sexual y yo me acuerdo que me empecé a marear y tuve que abandonar la sala. Ahora entiendo que fue porque no podía soportar nada relacionado con el sexo. Así que mi primer descubrimiento fue ese, creo que mi psicoanalista me lo dijo así: “¿Cómo va a poder hacer algo de lo que no puede ni hablar?” Y yo comencé a hablar. Hasta entonces, había pensado de todo, como delante de una mujer no lograba una erección ni con ayuda farmacológica, llegué a pensar que a lo mejor no me gustaban las mujeres, que era homosexual, que tenía una enfermedad física, se lo achaqué al tamaño, no demasiado generoso, de mi pene…, un montón de cosas. Sin embargo, yo me repetía una y otra vez, como para ahuyentar de mí esos fantasmas de mi pretendida sodomía: “pero Pepe, a ti siempre te han gustado las mujeres, eso no puede ser, desde los cinco años, ya te decían que Rosita, la de segundo b, era tu novia. A ti los hombres nunca te han producido atracción sexual, me lo repetía y me lo volvía a repetir, pero de todos modos, no lograba convencerme.
Al final llegué a comprender que a las mujeres las amaba, pero las temía mucho más de lo que las amaba.
Mi padre había desaparecido, dejando a mi madre embarazada de tres meses, y no habíamos vuelto a saber de él. Seis meses después nacía el que escribe estas líneas, así que llegué a entender que, en realidad, mi impotencia genital tenía que ver con ese temor a dejar embarazada a una mujer y abandonarla, como mi padre hizo conmigo: “si no puedo penetrarla, así me aseguro de que no podré embarazarla”. El drama era que yo tenía 30 años, y había sido impotente desde mi primera relación, no conseguía la erección ni yo solito, llevaba tantos años con el síntoma, que ya formaba parte de mí, y la verdad, no confiaba en su curación, además se había extendido a casi toda mi vida, y tenía impotencia laboral: no conseguía trabajo, impotencia en el establecimiento de nuevas relaciones o en la conservación de las antiguas, era un impotente total. Ahora hace dos años que me psicoanalizo, lo primero que recuperé fue el trabajo, después retomé poco a poco las relaciones con mis amigos, y hoy hace tres meses que vivo con Lina, mi actual novia. Desde hace un año, aunque aún no me lo crea, no tengo ningún problema de erección ¡Ya no soy impotente!. Yo tampoco creía que lo que me pasaba se pudiera transformar con una conversación con el profesional adecuado, pero así es.

lunes, 6 de abril de 2009

TOLERAR NUESTRO PROPIO BIEN NO ES COSA FÁCIL


Cuadro: El sueño. Picasso

Era la menor de tres hermanas, la única que había obtenido una titulación universitaria, la única que no había atado su vida a ningún hombre. Creo que mis propias hermanas- y quizás también yo misma- me miraban como un bicho raro. Digo yo misma porque conozco la tendencia que tenemos los humanos a hablar de nuestras miserias en tercera persona, entonces si digo que mis hermanas piensan mal de mí, quizás sea yo la que lo haga.
Es cierto, la frase cae otra vez sobre mi propio cuerpo: no me quería mucho, al menos hasta un tiempo después de comenzar mi psicoanálisis. Ahí aprendí poco a poco a quererme, a estar más a gusto en mi piel.
Siempre pesaban más mis fantasías sobre mi belleza o mi fealdad, mi estatura demasiado alta o demasiado baja, mi edad demasiado avanzada o demasiado breve para todo lo que me proponía, todo eso, siempre pesaba más, repito, que mi brillante currículum. Que yo pueda decir hoy aquí, e incluso escribirlo, que mi currículum es brillante, era impensable antes. Todo lo que yo hacía era despreciable, yo era una tonta, mis logros eran fútiles, mis conquistas sociales, nada, mis progresos académicos inexistentes.¡ Que desprecio más terrible hacia mis cosas!, ahora me doy cuenta al menos, y he aprendido a hablar de otra manera de mí. Es curiosa esa costumbre que tenemos algunos humanos de hablar mal de nosotros delante de todo el mundo. Parece como si nos hiciéramos los tontos y no consideráramos la importancia de nuestras frases en nuestra vida. ¿O ustedes creen que la vida es aquello que vivimos?, no, la vida es lo que somos capaces de decir de aquello que vivimos. Según lo que diga de mí, termino construyendo eso para mí. Creo que este es, entre muchos otros, el más importante aprendizaje de mi viaje por el psicoanálisis. Y no me pregunten, porque no sé ni cómo ni cuando se produjo esa pequeña revolución interior. Pero un día pude empezar a hablar bien de mis cosas, no de manera soberbia, sino con justicia, reconocía mis errores e intentaba no caer en ellos la siguiente vez, no me machacaba horas, días, meses por ellos, quedándome detenida en una escena del pasado, perdiéndome el hoy y no pudiendo pensar los pasos futuros. Pero también, y esto era lo más curioso para mí, aceptaba mis triunfos, mis pequeños aciertos, mis pasos hacia adelante.
Ahora a seguir creciendo, y con alegría, sin dolor, sin lamentos, sin remordimientos, a crecer porque toca crecer, y a disfrutar de ese crecimiento.