sábado, 28 de febrero de 2009

LA MUJER EN LA MEDICINA. 6


Estatua: Asclepio
Ya sé que sorprende, pero algunas mujeres sienten que trabajar por dinero “las mancha”. Ellas preferirían hacerlo por amor, como lo hicieron siempre. Los divanes de los psicoanalistas están llenos de estos casos. Se podría incluso llegar a interpretar que la necesidad social de incluir a la mujer en el trabajo ha hecho que se pague menos a la mujer para que ella pueda trabajar sin tener esa sensación de quedar “manchada” por el dinero. Está claro que nuestra relación con el dinero debe cambiar. Cuántas mujeres con una formación profesional, hacen de asistentes de sus maridos sin cobrar un sueldo, les sorprendería saber que muchas, o realizan trabajos muy por debajo de su calificación profesional, o mal remunerados, cuyos sueldos no corresponden al puesto que ocupan.
Las ideologías decantan en leyes. Estuvo regulado por la Ley, que en ciertas profesiones (por ejemplo, la enseñanza, las mujeres no podían cobrar más de 2/3 de lo que cobraban sus homónimos varones), y para borrar la impronta de una ley, no basta con cambiarla (en EEUU, donde hemos señalado que las diferencias son más extremas, en 1950 Kenedy firmó la ley de igualdad de salarios, pero la que prevalece en la práctica, es la ley anterior, porque no se ha modificado un ápice la ideología). Piénsenlo. Muchas de las que están leyendo este artículo son mujeres trabajadoras: ¿creen que tienen el sueldo que corresponde a su formación? ¿No les cuesta cobrar, recibir el dinero producido con su trabajo? ¿Cuántas veces han renunciado a una remuneración, cuando correspondía que su trabajo se remunerara?
Las dejo con esta reflexión. No quisiera terminar sin señalar sucintamente, porque sería motivo de otra charla, otro de los puntos de vista desde los que se puede abordar la cuestión mujer y la Medicina, que es desde la paciente, la mujer como paciente y su relación con la Medicina. O más bien, desde los prejuicios que los Médicos (tanto ellas como ellos) tienen con respecto a las pacientes mujeres. La OMS ha desarrollado una página para debatir sobre el impacto del sexo en determinadas enfermedades (y no lo llamo género porque me parece nuevamente un eufemismo para elidir que los humanos somos sujetos sexuados y porque no me interesa si lo que digo es o no políticamente correcto).La cardiopatía isquémica (es decir, el infarto de miocardio y la angina de pecho), es un ejemplo de una de estas enfermedades donde el sexo del paciente determina una diferencia en la atención médica. Se sigue pensando que la cardiopatía isquémica es una enfermedad de hombres, cuando es la segunda causa de muerte en la mujer. Además, los patrones de la enfermedad, están descritos para el hombre, por lo que en ella, la clínica de la angina o el Infarto, al ser distinta que la del hombre, es en ocasiones infradiagnosticada, de hecho se llama "atípica", pero es con respecto al patrón tipico, que es el masculino. Además, como decíamos, ella misma sufre de estos prejuicios, de tal manera, que no reconoce en ella los síntomas, acudiendo más tarde al hospital que los hombres (hay 1 hora de diferencia entre el tiempo que un hombre con IAM tarda en llegar al hospital, y el que tarda una mujer). He aquí un amplio campo de trabajo.

Añadir para finalizar, que la Medicina fue desde sus inicios una mujer: la Diosa griega Hygieia, hija del Dios Asklepio, hijo a su vez del olímpico Apolo.

jueves, 26 de febrero de 2009

LA MUJER EN LA MEDICINA 5.


Cuadro: Eva, de Lucien Levy-Dhurmier
No podremos contestar nunca a la pregunta de porqué las médicas actuales siguen percibiendo salarios menores que sus compañeros para la misma actividad- que en algunos países, como EEUU, llegan a ser el 58% de lo que cobran los hombres-, si no tenemos en cuenta que al factor social, hay que añadirle un factor psíquico. No pensamos una mujer explotada y sometida por el hombre, sino una mujer que en ocasiones está sometida a sus propios prejuicios. Y todos los humanos padecemos de los prejuicios históricos por lo que ha pasado la sociedad en su constitución hasta la actualidad.La Ciencia no distingue sexos. Los aportes de hombres y mujeres son para ella igual de valiosos. No se estudia, ni se enseña, ni se investiga, ni se administran o dirigen instituciones médicas, ni se ejerce la medicina o cualquier otra profesión con los genitales. Las funciones no tienen sexo. Y desde Freud, sabemos que ha sido la represión de la sexualidad lo que ha reprimido todo el pensamiento femenino, y lo que ha retrasado durante siglos la incorporación de la mujer a la Historia. La primera investigación, tanto para el niño como para la niña es la investigación sexual, ella o él, se preguntan de dónde vienen los niños, y ahí comenzará su primer proceso de pensamiento. Pero a la mujer, considerada durante siglos como un ser asexuado, es decir, sin deseos sexuales, se le ha reprimido este origen del pensamiento, reprimiendo por tanto todo su desarrollo intelectual. No estamos muy lejos de los tiempos en que los maestros de Medicina Legal de la Facultad de Derecho se negaban a dictar su cátedra si en el auditorio había elementos femeninos porque les parecía delicado “herir los castos oídos de las alumnas con los nombres de las partes pudendas” del cuerpo humano o las descripciones de delitos que seguramente jamás habían imaginado. Pero hay algo que está aún más prohibido para la mujer que pensar al sexo, es pensar el dinero. Hay algo en ella que preferiría trabajar por amor, para ser amada. Y de eso habría que poder hablar.

miércoles, 25 de febrero de 2009

LA MUJER EN LA MEDICINA 4.

Cuadro: Fragmento de La Medicina, de Gustav Klimt


La primera mujer que consiguió acceder como mujer a los estudios Universitarios de Medicina fue Elisabeth Blacwell. En 1847, teniendo 26 años se matricula en la Escuela de Medicina de la Universidad estadounidense de Geneva, Nueva York. Ni la visión de un ser sobrenatural hubiera causado tanto asombro como el que originó la decisión de Elizabeth Blackwell (1821-1910) de hacerse médico por encima de cualquier prejuicio, y de convertirse en la valiente iniciadora que abrió las puertas de las aulas de los estudios médicos a las mujeres de muchas partes del mundo.Ya había sido admitida en la Universidad, pero su deseo le iba a requerir muchas renuncias, para lograrlo tuvo que sobreponerse a la pobreza, al ridículo y al ostracismo social de que fue víctima en un principio hasta que, en 1849, se graduó a la cabeza de su clase gozando del respeto y la admiración de sus compañeros. Aunque después la rechazaran sistemáticamente en todos los hospitales a los que postuló. Hasta que fue admitida en uno de ellos.
La mujer ha realizado grandes progresos y los ha realizado con su propio trabajo y con la colaboración de grandes hombres: de estar excluida de la formación y por tanto del ejercicio de la Medicina, hasta superar en número a sus compañeros varones. Sin embargo, hay aún mucho camino por andar. Las médicas, siguen cobrando menos que sus compañeros, realizando en ocasiones tareas que ellos desechan, y figurando más sucintamente en dos ramas de la Medicina que no son asistenciales, pero que son fundamentales para el desarrollo de la Medicina: la formación y la investigación. Aquél que sólo se dedica a la labor asistencial, descuida estos otros dos aspectos esenciales de la Medicina. Cuando uno es formado como médico, adquiere una deuda con la sociedad en la que se forma, una deuda que sólo se devuelve formando a otros médicos y contribuyendo con investigaciones y publicaciones al progreso de la Medicina. Desde que Alice Hamilton (1869-1970) fuera una de las primeras mujeres en alcanzar un puesto de profesora en Harvard, ha habido muchas mujeres que se han dedicado a la enseñanza de la Medicina, pero su presencia en puestos importantes como cátedras y en las Academias de Medicina, es aún mucho menor que el de los hombres. En la investigación, hay un número considerable de mujeres, aunque también es importante la diferencia numérica con los hombres. Hay 7 mujeres que han recibido el premio Nobel de Medicina, por sus aportaciones a la ciencia. Sin embargo, al decir menor número, a veces olvidamos que ella comenzó mucho más tarde a caminar.

lunes, 23 de febrero de 2009

LA MUJER EN LA MEDICINA 3.


Cuadro de Dalí. Mi esposa desnuda.
Durante todo el siglo XIX y hasta mediados del XX, se postuló que las mujeres eran una raza inferior a los hombres, y partiendo de esta premisa, y cumpliendo más bien los propios deseos de hegemonía masculina que los postulados de la ciencia, se realizaron múltiples trabajos con la intención de demostrar esta “verdad biológica”.
Broca, junto con Romanes fueron algunos de los más apasionados defensores de esta inferioridad biológica de la mujer. La Frenología y la craneología, estudiaron el tamaño de cráneo y cerebro para concluir que las mujeres, con un 10% menos de masa cerebral que los hombres, tenían una incapacidad biológica e innata para pensar. El asunto se había convertido así en una cuestión de tamaño. Ahora sabemos que más grande no significa necesariamente mejor, la ausencia del tornillo más pequeño de una enorme maquinaria, puede hacer que esta no funcione.
Una crítica importante a la craneología vino de la mano de Karl Pearson y sus alumnas del University College de Londres, Alice Lee y Marie Lewnz, dos de las primeras mujeres científicas, aplicando métodos estadísticos al estudio de la biología y la psicología, analizaron a hombres y mujeres y compararon su diámetro craneal con su rendimiento intelectual, no encontrando correlación ninguna. Conclusión: el tamaño no es lo más importante y no determina la función.
Algunos también quisieron emplear la termodinámica para unirse a esta moda de demostrar que la mujer era un ser inferior comparable a otras “razas”, como los negros y los asiáticos o a los inmaduros niños (argüían que la mujer sólo se desarrolla intelectualmente hasta la pubertad, siendo una eterna adolescente). Bajo el principio de constancia, un principio de la química, que nos dice que la energía no se crea ni se destruye, se transforma, esta vez fue una mujer: Miss Hardaker, la que dedujo, que siendo la energía una constante, si la mujer la derrochaba en el estudio, sería en detrimento de la maternidad. La prevención ante la amenaza sobre el fin de la especie si la mujer accedía a los estudios universitarios, que le estaban vedados hasta entonces, no se hizo esperar.
En esta difícil situación, arguyendo cuestiones que en ocasiones podían incluso parecer que pretendían cuidar y proteger a la mujer, hacerle un bien, como que ella era un ser débil, más expuesto a las infecciones, motivo por el cual se le prohibió ejercer la Medicina, en 1812 se graduó el Dr. James Barry en la escuela de Medicina de Edimburgo, y pasó a ser Cirujano Mayor e Inspector General de Hospitales de la Armada Británica, incluso prestó sus servicios en la batalla de Waterloo, gozó de notable reputación como cirujano durante 50 años. Era de modales bruscos, corta estatura, voz aguda, lampiño y al morir, su autopsia demostró que era una mujer (Miranda Stuart); el Departamento de Guerra y la Asociación Médica quedaron tan confundidos que el hallazgo no se divulgó y fue enterrada oficialmente como hombre...

sábado, 21 de febrero de 2009

LA MUJER EN LA MEDICINA. 2


Cuadro: Gustav Klimt, la Medicina. (Hygieia).
En los años 60, en la mayor parte de los países europeos, había una proporción de médicos mucho mayor que la de España. En 1965, se constituye la Asociación Española de Mujeres Médicos, como exponente del crecimiento en lo que se ha dado en llamar la “feminización” de la Medicina. Un dato curioso es que en la Unión Soviética, la Medicina era en esas fechas una profesión predominantemente femenina. Existía una importante tradición de la presencia de las mujeres en la enseñanza médica. Ya en 1890 había un instituto médico de mujeres, que expedía titulación homologada con el resto de centros de formación. Esto demostraba que se trataba de falta de formación y no de falta de capacidad o inteligencia biológica la poca representatividad de la mujer en la Medicina europea.


En 1979 España se encontraba entre los tres países con menos porcentaje de médicas, siendo los siguientes Vietnam y Madagascar.


En cuanto a la elección de la especialidad, las mujeres al principio se dedicaban a las especialidades que históricamente se han considerado aptas para su competencia. Hasta los años 20: la Pediatría y la Oftalmología. Nuevamente tenemos que acudir al pensamiento reinante sobre estas cuestiones. Como ejemplo de este pensamiento, unas líneas del escritor médico Calatraveño en 1902: “dada la delicadeza del órgano, su pequeñez, la función hermosa y poética que desempeña, la finura que requieren las operaciones y lo aristocrático y menudo del material empleado, que está pidiendo dedos femeninos, algo de manos de hada que, como espumoso encaje, toquen sin lastimar”. Aparentemente halagador, aunque si somos un poco más observadores, es más bien un prejuicio que un halago, ya que restringía el acceso de las mujeres a otras especialidades que no fueran la oftalmología.


El nivel de “feminización” en lo que se refiere a las especialidades médicas, ha ido aumentando. Hasta los años 70, ninguna especialidad superaba las 10 médicas por cada 100 especialistas. Hoy día, hay mujeres en todas las especialidades.


Aunque desde tiempos inmemoriales la mujer se ha dedicado al arte de curar, y las mujeres sanadoras han merecido el respeto y consideración de sus pacientes, la incorporación de la mujer a la Medicina Oficial, considerada una profesión fundamentalmente masculina, ha sido tardía y tortuosa, con algunas excepciones, como Italia, donde las mujeres recibieron enseñanza médica durante siglos e incluso ocuparon cátedras universitarias de gran prestigio. (Trotula dama de Salerno, año 1100, fue maestra y autora de dos trabajos que sirvieron de texto para los estudiantes de Medicina junto con los trabajos de Galeno) y el caso que hemos señalado de Rusia.


Las cosas no fueron tan fáciles en Inglaterra. Decíamos que el pensamiento reinante determina la posición de la mujer con respecto a la Medicina, porque anida en los hombres, que desde sus situaciones de poder, le impiden el paso, pero lo más importante, porque anida también en ellas, en nosotras.

viernes, 20 de febrero de 2009

LA MUJER EN LA MEDICINA

Cuadro: Las 7 edades de la mujer. Hans Baldung Grien.

El tema de la mujer y La Medicina es un rico campo de trabajo, y puede ser abordado desde varios puntos de vista. Hoy tomaré la cuestión desde la formación Universitaria de las mujeres como Médicos, haciendo un recorrido histórico.
Podríamos decir que una práctica similar a la medicina surgió con las primeras manifestaciones de la necesidad de eliminar o aliviar los síntomas del malestar humano.
Desde los albores de la civilización, los humanos han intentado aliviar el dolor, inicialmente con medidas como el reposo o el calor, después surgieron las primeras inmovilizaciones de fracturas, pequeñas intervenciones quirúrgicas y un herbario de plantas curativas.
Se considera que la actual Clínica Médica nace a principios del siglo XIX, con todos los progresos de la química, que se aplicaron a las determinaciones de laboratorio, de la microbiología que aisló varios gérmenes, de la anatomía patológica, de los avances de la anestesia y de la asepsia quirúrgica, la radiología, la electrocardiografía…etc.
En cada época de la Medicina han existido uno o varios pensamientos filosóficos predominantes que determinaban no sólo la concepción de las enfermedades y por tanto el tratamiento, sino también la función del médico.
La primera de estas teorías fue la teoría de los cuatro elementos, que Hipócrates, el Padre de la Medicina, toma en el siglo IV ac de los filósofos de la época, para edificar su teoría de los cuatro humores: bilis negra, bilis amarilla, sangre y flema. La enfermedad dependía del desequilibrio de uno de estos cuatro humores, y el tratamiento, era acorde con esta concepción. Si uno de estos humores estaba presente en exceso, se drenaba con purgantes o sangrías.
Esta pequeña introducción a la Historia de la Medicina para dirigirme hacia el tema que nos ocupa: que no fue una diferencia constitucional, anatómica (como esgrimían los filósofos, psicólogos, antropólogos y médicos de la época) lo que hizo que la mujer accediera tan tarde a la Historia de la Medicina, sino una manera de pensar, un pensamiento escrito sobre la mujer.
Acerco algunos datos estadísticos que me parecen altamente significativos: en la actualidad y en España, el 75% de los estudiantes de la carrera de Medicina son mujeres (en otras carreras tomadas globalmente este porcentaje oscila alrededor del 55%). Hemos dado un paso, teniendo en cuenta que en 1919 el porcentaje de estudiantes de Medicina mujeres en relación al total era de 0.8% y en 1975 era del 34.3%. Y el crecimiento ha sido sostenido, desde que la mujer decidió hacerse cargo de su deseo de ejercer la Medicina.
Continuará

jueves, 19 de febrero de 2009

PENSANDO LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE. LA IMPORTANCIA DE LA ESCUCHA


Cuadro: Nuestra propia ciudad. Amelia Díez

Hay varios factores a tener en cuenta en la relación médico-paciente. Por un lado están los factores generales intervinientes en cualquier relación humana, podríamos pensar que no es que dos sujetos se relacionen entre ellos, sino que hay algo que los pone en relación. En este caso, es la Medicina la que pone en relación al médico y al paciente. Por otro lado, estarían los factores específicos de esta relación.
Veremos algunos elementos fundamentales que se ponen en juego:
1) La transferencia:
Tenemos que tener en cuenta que el paciente ya trae una relación previa con La Medicina y con los médicos. Es decir, que va a “transferir” al actual encuentro todas esas experiencias, prejuicios, relatos, lecturas, etc, anteriores.
Por eso es importante, que si el paciente muestra desconfianza, el profesional no crea que esa desconfianza es hacia él. El paciente no conoce aún a ese médico y por tanto es imposible que la desconfianza se dirija a él. Podíamos decir que el paciente tiene que atravesar ese camino entre su relación fantasmática, imaginaria, que él trae hecha de casa, con el médico y la actual relación nueva, que se va a establecer.
La confianza “hay que ganársela”, no está dada. El paciente inicialmente, no tiene porqué confiar en el médico. Aunque también es cierto, que si un paciente acude a la consulta, es que algo de confianza tiene, sino, no acudiría. Son más importantes los hechos (acude) que las palabras (manifiesta desconfianza). Esto nos permite entrar en otro relevante tema:
2) La escucha.
La escucha, como hemos podido observar, no se limita a escuchar las palabras del paciente, todas estas indicaciones que hemos ido dando, hacen a cómo escuchamos al paciente: por ejemplo: sus actos son una manera de decirnos algo, o si demuestra una actitud hostil en la primera consulta, no hemos de tomárnoslo como algo personal… Si el paciente se siente escuchado, ya se ha establecido la relación. En realidad, es lo que el paciente más desea: ser escuchado.
Con respecto a esta cuestión de darle más importancia a los actos que a las palabras, también tenemos que tener en cuenta que no es todo tan fácil como que el paciente viene a curarse, nos solicita ser diagnosticado y curado y colaborará en todo con el tratamiento. Este sería el paciente ideal que todo médico imagina, pero posiblemente no exista.
Su propia curación, el paciente la puede llegar a vivir como un don, como un regalo, y no dará este don o regalo a cualquiera. Hay pacientes que se curan con un médico y con otro no, a pesar de que se administró el mismo tratamiento farmacológico. Y esto no depende de la eficacia del médico, sino de las atribuciones del paciente.
Además de establecer una relación particular con el médico, el paciente tiene una relación también con su enfermedad. En ocasiones, aunque la demanda consciente es curarse, inconscientemente el deseo es otro: mantenerse en el rol de enfermo.
La enfermedad exime al paciente de enfrentarse a veces con verdades dolorosas para él, o con la realidad exterior, hostil. Algo en él se resiste a entregarle al médico la curación.

martes, 17 de febrero de 2009

VIOLENCIA FAMILIAR. EL MALTRATADOR. GRAN OLVIDADO

RECORDAD QUE PODÉIS INSCRIBIROS EN EL CONGRESO VIRTUAL DE PSIQUIATRIA INTERPSIQUIS (DE MANERA GRATUITA) PARA PARTICIPAR EN EL DEBATE, EN LA MESA DE PSIQUIATRIA LEGAL Y FORENSE: UN PASO MÁS EN MATERIA DE MALTRATO DE GÉNERO, BUSCAD EN EL DÍA 16 DE FEBRERO. pinchando sobre el siguiente enlace, se entra a la página del congreso:


esperamos vuestras siempre interesantes aportaciones


Cuadro: Galatea de las esferas. Dalí.
El problema de la violencia familiar, ha generado una alarma social que mueve a los poderes institucionales y a los distintos colectivos sociales y sanitarios a plantear medidas en contra de dicha violencia. En general todas estas medidas van dirigidas a la que se conoce como víctima de la situación, es decir a la mujer. Son pocos los que se plantean un abordaje de la situación desde la pareja o que planteen el tratamiento del maltratador. Así por ejemplo, en España, las primeras terapias de rehabilitación de maltratadores se pusieron en marcha en 1995, bajo la coordinación de Enrique Echeburúa, Catedrático de Psicología Clínica del País Vasco, programa que según explica el propio catedrático nació tras varios años de prestar asistencia a mujeres maltratadas y comprobar que muchas de ellas seguían conviviendo con su agresor y además no tenían ninguna intención de abandonarlo.
En un estudio sobre las medidas adoptadas por los Estados Miembros de la Unión Europea para luchar contra la violencia hacia las mujeres se analiza el periodo 1995-2001. Desde 1995, 14 países (93%) han destinado alguna de las campañas de sensibilización realizadas a la población general y 13 países (87%) han dirigido algunas de sus campañas a las víctimas de la violencia. El único colectivo al que menos de la mitad de los países ha dedicado sus campañas es el de los agresores (6 países, 40%).

Desde nuestra experiencia clínica, y nuestra formación teórica psicoanalítica, después del tratamiento y seguimiento de varios casos de maltrato, hemos observado que existen diversas posiciones psíquicas en juego en el maltrador, que son susceptibles de abordaje psicoanalítico, planteamos aquí algunas posibles:

a. Concepción sádica del coito: En un periodo de su constitución sexual, el niño considera el coito como una violencia, como una agresión, le resulta muy similar a las peleas que él tiene con sus amiguitos, y le parece un acto de amor ser pegado por su padre o pegarle, esta concepción sádica del coito, que en principio es una teoría infantil, puede mantenerse hasta edades muy avanzadas de la vida, e incluso ser la única manera en la que el sujeto pueda concebir las relaciones entre los sexos. Es un sujeto que no conoce otra manera de “amar” que la de golpear a la pareja sexual.


b. Posición sádica, en contraposición con la posición masoquista. En este caso el sadismo sería un tipo de perversión sexual, que busca el placer en causar dolor a la pareja sexual. Es diferente del caso anterior. En el caso anterior, él cree que eso es el amor, que el amor es violencia sobre el otro. En este caso sólo se trata de la búsqueda del goce por el dolor (produciéndolo o sintiéndolo). Con el término posición queremos aludir, entre otras cosas a la movilidad de estas estructuras, no son fijas, de tal manera que aquél miembro de la pareja que toma en ocasiones una posición sádica, puede tomar una posición masoquista en otro momento de la relación, independientemente de su sexo biológico.


c. Degradación del objeto amoroso: El amor adulto se compone de una corriente sensual y una corriente tierna, en ocasiones, hay sujetos que no pueden aunar estos dos componentes en el amor a un único objeto amoroso, de tal manera que no son capaces de mantener relaciones sexuales, o de realizar sus pequeñas perversiones sexuales con la mujer a la que aman tiernamente, y eligen una mujer distinta a la que no aman, a la que consideran un objeto degradado por cualquier circunstancia: clase social inferior, distinto nivel cultural o cualquier otra característica, con la que sí pueden realizar esas perversiones. Decimos que la corriente sensual y la corriente tierna están aquí disociadas. Estos sujetos que precisan esta degradación de la vida erótica, son capaces en esta degradación del objeto amoroso, de llegar al maltrato. A veces, no es necesario que haya dos mujeres en juego, sino que la misma relación puede ser en ocasiones predominantemente tierna y en otras ocasiones predominantemente sensual.


d. Celos y sentimiento de propiedad privada sobre la pareja: Celosos somos todos, pero no todos actuamos los celos, hay quien puede hablarlos. El sentimiento de propiedad o de posesión sobre la mujer, pueden llevar al maltrato. Frases que nos parecen muy románticas, como: eres mía, soy todo tuyo, pueden mostrar ciertas actitudes con respecto al objeto sexual, que llevadas al extremo, lleguen al maltrato.

Los celos patológicos son generalmente celos injustificados. A veces, el hombre traslada a la mujer su deseo de infidelidad, para no aceptarlo: "es ella la que es infiel, y no yo el que deseo serlo", a veces cela de cualquier cosa que lo aparte momentáneamente del otro: su trabajo, sus amigos, un deporte, y hay situaciones extremas, donde el sujeto deja el trabajo para estar en una continua vigilancia de su pareja. Estas situaciones de celos, llevan en ocasiones al maltrato, como castigo por la infidelidad, muchas veces fantaseada por el celoso.


Todas estas posiciones son modificables en psicoanálisis. Estaríamos hablando de prevención secundaria en casos donde ya ha acontecido el maltrato, o incluso de prevención primaria, cuando se observa alguna de estas actitudes, se debe acudir antes de llegar al maltrato físico.

domingo, 15 de febrero de 2009

DE MUJER OBJETO A MUJER SUJETO


Escultura: EL beso de Carolus Duran.

Para el Psicoanálisis, no hay relación de objeto (podríamos decir de pareja) armónica. El objeto genital, la ilusión de una "pareja perfecta" parte de una particular interpretación del mito de Aristófanes (que Platón recoge en el diálogo “El banquete”), del cual se desprende la idea de la "media naranja". Según este autor, habría existido un ser completo, esférico, que poseía los dos sexos. Este ser habría sufrido una escisión, y desde aquél momento, una mitad busca afanosamente a la otra.
En todos los tiempos, la concepción que el hombre ha tenido del amor ha sido resultado de una escritura. La dama, la mujer del amor cortés fue una producción de los trovadores. Es esa dama inmóvil, congelada, inerte, cuyo único propósito es dejarse amar, ser adorada, ser objeto de amor del otro. Mujer objeto.
Tuvo que llegar otra escritura: la escritura que funda el campo psicoanalítico, para que Ella se preguntara por su deseo. La muñeca inanimada de los trovadores, cobra vida y comienza su andadura como mujer deseante. Una mujer que más allá de preocuparse por ser amada, tarea en la que había empeñado hasta entonces su vida (pues sabemos cuan alto precio pudo llegar a pagar por ese amor: la escritora feminista Betty Friedan llega a decir que el amor es el opio de las mujeres), se hace responsable de su deseo, de su capacidad de gozar, de amar, de producir: Mujer sujeto.
Las necesidades sociales, con la revolución industrial y la partida a la Primera Guerra Mundial de los hombres, que despobló las fábricas, dieron el primer empujón a la mujer para su introducción masiva en el mundo laboral. Sabemos que esa introducción en el mundo laboral, junto con la posibilidad de ser formada, son dos de los pilares sobre los que gira toda la liberación femenina.....


Si os ha interesado, mañana en el 10º congreso Interpsiquis estaremos participando con la ponencia completa (EN LA MESA REDONDA DE PSIQUIATRÍA LEGAL Y FORENSE, CON UN PASO MÁS EN MATERIA DE MALTRATO: Os invitamos a participar con vuestra lectura, comentarios y si quéreis pódeis votar: http://www.interpsiquis.com/

jueves, 12 de febrero de 2009

SOBRE EL MALTRATO FAMILIAR.


LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS GRUPO CERO PARTICIPA EN EL X CONGRESO INTERNACIONAL DE PSIQUIATRÍA INTERPSIQUIS 2009, EN LA MESA DE PSIQUATRÍA LEGAL Y FORENSE, CON LAS SIGUIENTES COMUNICACIONES:

ASPECTOS PSÍQUICOS DE LAS RELACIONES DE PAREJA EN EL MALTRATO FAMILIAR

Este es un tercer intento de aproximación desde el psicoanálisis a una problemática compleja como es el maltrato familiar. Justificaremos en esta comunicación porqué preferimos la acepción de maltrato familiar a otras como maltrato de género, violencia machista, etc.
Ponentes: Dra. Alejandra Menassa de Lucia. Dra. Pilar Rojas Martínez.

“ESTADO ACTUAL DE LOS JUZGADOS CUATRO AÑOS DESPUÉS DE LA ENTRADA EN VIGOR DE LA LEY ORGÁNICA DE MEDIDAS DE PROTECCIÓN INTEGRAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GENERO”.

¿Cuál es la situación actual de los Juzgados de Violencia de Genero?, ¿se esta aplicando la ley productora de los mismos?, ¿qué repercusiones ha tenido su desarrollo en el ámbito practico en relación con el resto de Juzgados?, ¿se están cumpliendo los objetivos para los que fueron creados?, ¿ha quedado confirmada la utilidad de esta especialización?
Ponente: Hernán Kozak.

REVISIÓN PSICOANALÍTICA DE LAS ESTADÍSTICAS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO.

Según el Ministerio de Igualdad a 25 de noviembre de 2008 en España este año se habrán contado 400.000 víctimas de la violencia de género, aunque serán menos las denuncias presentadas. En lo que va de año 61 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas.

Ponentes: Magdalena Salamanca, Manuel Menassa, Ruy Henríquez, Sergio Aparicio

LAS PONENCIAS ESTARÁN DISPONIBLES EN www.interpsiquis.com A PARTIR DEL LUNES 16 DE FEBRERO en la mesa Psiquiatría legal y Forense. Pueden participar en el debate y si lo desean, votar las ponencias.

miércoles, 11 de febrero de 2009

LAS RELACIONES DE PAREJA 2.


Cuadro: Hombre y mujer después del amor.
La explicación psíquica respecto a los deseos de infidelidad es que él (el hombre) tiene que sustituir a su madre (su primer objeto amoroso de la infancia) como objeto por otras mujeres, ella tiene que sustituir primero a la madre (porque es tanto para la niña como para el niño el primer objeto amoroso) como objeto por el padre y después al padre por otros hombres.
Como tuvimos que ser infieles desde el principio a nuestros primeros amores, ambos tenemos tendencia a la infidelidad, eso no quiere decir que debamos realizar estos deseos, cada uno verá cual es la opción que elige, pero muchos de los dramas del sujeto con respecto a su relación de pareja, son por no aceptar que tiene deseos por otras personas fuera de la pareja, pero aceptarlo no quiere decir necesariamente realizarlo.
Cuando él o ella son monógamos (no en el sentido de tener una sola pareja, sino de amar una sola cosa o persona, de amores únicos) quiere decir que sólo aman a su madre, mientras que si ellos aman a otra mujer y su trabajo, o a algún amigo o amiga, quiere decir que su egoísmo ha encontrado un límite en el amor a los otros y a lo otro. Lo mismo para ellas.
Las causas de separación, son siempre inconscientes, nunca es por lo que se cree conscientemente A veces prefieren abandonar a sus parejas que abandonar su ideología sobre la pareja (la realidad no coincide con nuestras expectativas, y en lugar de aceptar que nunca hay coincidencia, pensamos: este hombre no es lo que yo buscaba, o esta mujer no es lo que yo buscaba, en lugar de replantearnos nuestra idea de amor), otras veces la separación es para volver a casa de la madre, etc... cada caso es singular.
En cuanto a la relación del amor con la autoestimación, tenemos que saber que los humanos sólo disponemos de una libido, podíamos decir, de una única energía para amar. Es inevitable para la supervivencia del sujeto cierto grado de egoísmo (es decir de amor a sí mismo, narcisista).
Pero además de poner la libido sobre nuestro yo y amarnos a nosotros mismos, necesitamos poner nuestra libido en otros humanos, es decir, necesitamos amar.
Un intenso egoísmo protege contra la enfermedad; pero, al fin y al cabo, hemos de comenzar a amar para no enfermar y enfermamos en cuanto una frustración nos impide amar.
En la vida amorosa el no ser amado disminuye la autoestima y el serlo, la aumenta. Se ha de establecer una especie de equilibrio, entre el amor que me doy a mí mismo (Y recuerden que si nos nos quisiéramos un poco, no podríamos cuidarnos. El narcisismo trabaja para nuestra conservación. No dañamos nuestro cuerpo, porque lo amamos), y el amor que le doy a los demás. Amarse sólo a sí mismo enferma, pero también enferma amar exclusivamente a los demás y no amarse nada a uno mismo.
Hemos dicho que ser amado aumentaba la autoestima, no así estar enamorado, el enamorado se vuelve humilde frente al objeto idealizado de su amor.
A veces, esta pérdida de la capacidad de amar, que se relaciona con la enfermedad, hace creer al paciente que sólo el amor lo curará. Pero para amar, primero es necesario restablecer esa capacidad de amar perdida.
El amor per sé, no cura a nadie. Si lo que uno quiere es curarse, tendrá que consultar a un psicoanalista.

martes, 10 de febrero de 2009

LAS RELACIONES DE PAREJA. 1. INTRODUCCIÓN.


Cuadro: Venus y Cupido, de Corregio.
Si nos preguntamos ¿cómo elegimos pareja, nos sorprenderá escuchar que la elección de pareja es siempre narcisista y eso quiere decir que se elige al otro por algún rasgo suyo que nos recuerda a nosotros mismos: a lo que fuimos, a lo que somos, a lo que queremos llegar a ser, a la madre dadora: a quien me da o deja que le dé, o al padre protector, es decir, a quien me protege o deja que le proteja. En general se elige la propia imagen o bien una imagen de la madre o del padre. Se podría decir que nos amamos a nosotros mismos en el otro.
Es muy difícil amar realmente al otro en su verdadera dimensión. Traspasar los límites del amor narcisista o del amor familiar (a los padres). Tener un proyecto en común con el otro, un amor productivo.
Los hombres y las mujeres amamos de manera distinta. Es una cuestión estructural, ellos suelen elegir a quien se deja amar, según su propia imagen o según la imagen de la madre, ellas suelen elegir a quien las ama, según su propia imagen, la imagen de la madre o bien la imagen del padre. O bien todo lo contrario, que en el inconsciente es lo mismo. (es decir, elegir un hombre totalmente opuesto al padre, es elegir también con respecto al padre).
La posición de objeto de la mujer con respecto al amor, donde para ella es más importante ser amada que amar, a veces la lleva a los extremos de que el primero que le dice un piropo, que la hace sentirse amada, con ese se casa, y después , se arrepiente en ocasiones toda la vida, o el matrimonio se deshace en seguida.
Y puntualizar también que hay muchos que aman según una forma que podríamos llamar femenina, y mujeres que aman según una forma masculina.
Además de narcisista, el amor es ambivalente (mezcla de sentimientos hostiles y cariñosos), casi todas las relaciones afectivas de alguna duración entre dos personas: el matrimonio, la amistad, el amor paterno y el filial, dejan un depósito de sentimientos hostiles que transcurren a nivel inconsciente, que se muestran, por ejemplo, cuando vemos a dos asociados o a una pareja pelearse de continuo, o a un subalterno murmurar sin cesar contra el superior, o cuando dos familias se unen por un matrimonio, cada una de ellas se considera mejor y más distinguida que la otra, y eso es fuente de continuas discusiones.
Las relaciones de alguna duración no tienen un fácil punto de partida y tampoco es fácil mantenerse en construcción permanente.
Entre las distintas problemáticas que pueden llevar a consultar a una pareja, están los celos. Los celos son señal de amor, por eso cuando se manifiestan cuando hay un motivo, son tolerables pero cuando se manifiestan cuando él o ella están en el trabajo, se hacen insoportables. Hay mujeres y hombres que celan de todo aquello en que su pareja ponga su atención, sea hombre, mujer, amigo, o un deporte, el trabajo, cualquier cosa que distraiga a la pareja de ellos.
El celoso entra en una tristeza que le lleva en situaciones extremas a no trabajar para hacerse acompañante permanente o vigilante crónico, o bien surge el maltrato familiar por celos, una mezcla de amor y venganza.
En la pareja parece que está más permitida socialmente la infidelidad del hombre que la de la mujer. Todos deseamos lo mismo, nos diferenciamos por la manera de renunciar a esos deseos. Deseos de infidelidad tenemos todos y todas, más allá de que su satisfacción sea real o imaginaria (en la fantasía).
La doble moral tiene que ver con el sentido moral que se da a la infidelidad, si el hombre es infiel se suele pensar de él que es más hombre, pero si la infiel es la mujer se piensa de ella que es una casquivana. Hace poco se publicó un estudio que decía demostrar un gen de la infidelidad en los hombres, del que carecían las mujeres. No hemos avanzado nada, los prejuicios de los investigadores intentan demostrar que el hombre es infiel por naturaleza, porque lo lleva en los genes, y la mujer, sin embargo, si es infiel es porque quiere, ya que no tiene ningún gen que lo justifique. Esto es totalmente descabellado. La genética es un valioso instrumento, pero cuando se quiere explicar todo por ella, se cae en errores muy groseros.

sábado, 7 de febrero de 2009

EL MALTRATO AL DIVÁN. A PROPÓSITO DE UN CASO. SEGUNDA PARTE



Cuadro: Jupiter y Thetis. Ingress
Apuntes de la psicoanalista: En las últimas frases de la paciente se pueden ver varias características de esta relación, la primera es la culpa. Podría parecer que la culpa es un sentimiento que surge a partir del maltrato por esta pareja, pero esto no es así. En su relato durante las sesiones, la paciente trae varias situaciones que la hacían sentir culpable, de hecho, los remordimientos se daban en ella después de cada acto: un examen, un trabajo, siempre pensaba que no lo había hecho del todo bien, que lo podría haber hecho mejor. Decía cualquier frase en una conversación, y después se preguntaba, a veces durante días, porqué habría dicho esa frase, se decía que no la tendría que haber dicho, etc.
Cuando se rompía algo en la casa, había tomado la costumbre de hacerse responsable, frente a la pregunta ¿quién ha roto esto?, ella respondía siempre: he sido yo. No entendía porqué lo hacía, siempre se llevaba un castigo o una reprimenda de la madre, y entonces, se sentía más tranquila.
Era evidente que la culpa la movía a actuar de esa manera. Como habíamos señalado, la culpa lleva al sujeto que la padece a buscar un castigo y en el castigo, siente un alivio.
Otra idea que mantenía la paciente es la idea de necesidad del otro, de que necesita un hombre, y además precisamente ese hombre y que no podrá vivir sin él. Si nos vamos a la realidad, ese hombre no es un sostén económico, ni intelectual para ella. En realidad, no lo necesita, sino para obtener el castigo que reclama su culpa.
Continuando el análisis, la paciente llega a relatar una escena, donde tras haber hecho una travesura, que no recuerda, el padre le grita, y la madre le dice que no le hable así a la niña. Ambos discuten y se gritan, “pero él no le pega a ella”, dice la paciente refiriéndose a su padre. Dos semanas después, mis padres se separaron, y yo siempre pensé que había sido por mi culpa. Tenía 5 años.
En esta paciente, la culpa está asociada al sentir de haber sido la causante de la separación de los padres.
Se deja maltratar porque cree que así su novio permanecerá a su lado, si ella le responde, la abandonará, como su padre hizo con ella y con su madre.
Se deja maltratar, porque así “fastidia a su madre”, recordemos la frase. “Creo que si a ella le molesta, lo hago más a propósito”, porque para ella su madre también es culpable de que su padre las haya abandonado, si hubiera aguantado sus gritos sin protestar, el no se habría ido.
Se deja maltratar porque ella misma se desprecia, le es muy fácil provocar el desprecio del otro.
Y por último, se deja maltratar porque inconscientemente es el mejor castigo para calmar su culpa. Incluso, a veces, busca el castigo, como cuando niña se hacía responsable de cualquier desperfecto en la casa, porque su sed del mismo es imparable.
En el transcurso del análisis, la paciente pudo ir elaborando su culpa, se fue dando cuenta de que ella no era la responsable de la separación de sus padres, aún cuando alguna vez recordaba haberla deseado, para quedarse sola con el padre, al que profesaba gran afecto. Se dio cuenta de que el deseo no tiene tanto poder: por desear algo, no se produce mágicamente.
Relató recuerdos anteriores a los cinco años, en los que ella podía reconocer que la relación entre sus padres ya no era buena antes de “la noche de la discusión”, y por tanto, ella no era la causa de la separación. Y finalmente, aplacada la culpa, y aplacado también el deseo de venganza hacia la madre, pudo acabar la carrera universitaria y separarse del hombre que la maltrataba e iniciar una relación con otro hombre que era amable con ella y que no la dañaba físicamente y supo apoyarla intelectualmente.

6. CONCLUSIONES:

- La culpa inconsciente es anterior al maltrato y no consecuencia del mismo.
- El sentimiento de culpabilidad inconsciente contribuye a la génesis de las situaciones de maltrato.
- El psicoanálisis es un tratamiento eficaz para resolver situaciones donde la culpa inconsciente juega un papel determinante, evitando la búsqueda de castigo.

viernes, 6 de febrero de 2009

EL MALTRATO AL DIVÁN. A PROPÓSITO DE UN CASO


Cuadro: Expulsión de Adán y Eva del Paraiso. Alexander Cabanel.
Este caso es un ejemplo de maltrato. Hay cientos similares a este que han pasado por nuestras consultas, pero en él, el sentimiento de culpa es tan manifiesto, que nos pareció el más claro para ilustrar el papel que puede jugar la culpa en la producción y mantenimiento de estas situaciones.
Recibo una paciente de 28 años, cursando una carrera universitaria, que comenzó a los 18. Padece una discapacidad severa. De padres separados. Tiene un hermano varón, menor que ella. La madre es licenciada universitaria. Durante el transcurso de las sesiones, habla muy raramente de su trabajo o de su familia. Cuando habla de su madre, es para criticarla. Su relación con ella es manifiestamente hostil.
Su preocupación fundamental es su relación afectiva con los hombres.
Tiene una relación con un varón 10 años mayor que ella. Relata situaciones donde dice que él se burla de ella y la humilla, se regodea en su defecto físico, diciéndole cosas como: “eres una puta incapaz, discapacitada de mierda”…etc. A veces alude a su incapacidad para terminar la carrera: “eres una inútil, no acabarás nunca la carrera”, o le dice que no sabe hacer su trabajo, labor que al parecer, desempeña correctamente y por la que sus jefes la halagan.
Su madre le dice que lo deje, que ese chico no le conviene, pero ella no escucha ninguna frase de su madre, es más, llega a decir: “Parece que si a mi madre le disgusta algo, yo lo hago más a propósito”.
Ella intenta calmarle, pero eso le irrita y él llega a las manos, le pega, la arrastra de los pelos. Lo hace en la calle, delante de todo el mundo. A las pocas horas, él vuelve llorando, le dice que es preciosa, que la quiere mucho, y que no volverá a pegarle nunca más y le pide perdón. La madre le dice; "No le perdones más, no puede parar". Pero cuando él regresa, ella lo acepta una y otra vez.
Habla de él con verdadera pasión. Dice: “siempre que me pega, es porque le provoco”, sino, no me pegaría, pero yo no me puedo callar, hay veces que sigo y sigo hasta que consigo que me pegue, sólo ahí me tranquilizo. No sé porqué lo hago. Cada vez que me pega, después me paso horas intentando averiguar qué he hecho para que me pegara. Me siento fatal, estoy pegada al Messenger o al teléfono para ver si me llama. Creo que no puedo vivir sin él".
Continuará.

jueves, 5 de febrero de 2009

EL MALTRATO FAMILIAR 4. IMPORTANCIA DEL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD EN EL MALTRATO DE GÉNERO


Cuadro: la ninfa y el sátiro. Alexander Cabanel.
Analizando los casos de mujeres maltratadas, hay ciertos rasgos que sugieren la participación del sentimiento de culpa en su producción:
A.- La “necesidad de castigo” secundaria al sentimiento de culpabilidad inconsciente está en la base de cuatro situaciones que se observan con frecuencia en el maltrato:
1) Permanencia en el hogar con el maltratador durante años. Dentro de los casos descritos en la literatura, y en los observados en nuestras consultas, se advierte que un alto porcentaje de las mujeres maltratadas, recibieron malos tratos ya desde los primeros momentos de la convivencia, incluso del noviazgo, -cuando dejar la relación no conllevaba grandes consecuencias-y han permanecido durante años viviendo con el hombre que las maltrataba. En esta permanencia, se alude a factores como la dependencia económica (que no existe en todos los casos), los hijos (aunque, en un alto porcentaje de casos, el maltrato era anterior al nacimiento de los mismos y permanece aun cuando los hijos ya son independientes) o la baja autoestima (que tiene una importante relación con la culpa ya que el sentimiento de haber cometido “algo malo” incide negativamente en la autoestima).
2) Reincidencia: En muchas ocasiones, la mujer maltratada se aleja temporalmente de la pareja, pero es muy frecuente (casi típico), que retome la relación, incluso varias veces. En algunos casos extremos, sigue conviviendo con la pareja, a pesar de mediar una orden de alejamiento judicial. Al respecto, podemos escuchar frases como ésta: “Cada vez que vuelves es como si te murieras. No lo comprendes ni tú”, no se comprende porque su fundamento es la culpa inconsciente
3) Es frecuente que, incluso iniciado el proceso judicial, habiendo dado la mujer el paso de denunciar a su pareja, retire la denuncia (un 10% del total de las denuncias).
4) Tampoco es bajo el número de mujeres que, tras separarse de una de sus parejas, que las maltrataba, repiten con otra pareja el mismo tipo de relación, siguen siendo maltratadas.
5) En ocasiones, la culpa lleva a situaciones, donde se desea el castigo, y en el castigo se encuentra un alivio, una redención: “tolerar el sufrimiento me ennoblece”. En este sentido, podemos escuchar frases como: "Mientras más daba, perdonaba y soportaba, más infeliz era. Creía que sacrificándome, sufriendo un calvario, llegarían a cambiar las cosas y mi matrimonio llegaría a ser feliz. No me daba cuenta de que me estaba destruyendo a mí misma y a mi esposo, por lo que le permitía”, o esta otra: “Una y otra vez durante mi matrimonio por largos años, toleré injusticias, no sólo contra mi persona, sino lo que es aún peor, contra nuestros hijos. Llegué a considerarme una víctima y a sentir lástima de mí misma. Creía erróneamente que todo esto me ennoblecería”.
6) Está demostrado que el sentimiento de culpa inconsciente, se asocia a veces con la producción de enfermedades orgánicas, ésta (cáncer por ejemplo) es vivida como castigo, y calma la culpa. Ya no se sienten culpables, sino enfermas. En relación con este hecho, aportamos esta frase de una mujer maltratada, que transcurridos seis años desde su separación, afirma no tener ningún miedo, ya que “si no es mi marido, será el cáncer que padezco quien me mate”. Como vemos, ha sustituido “el cáncer” del maltrato por un cáncer en el cuerpo.
B.- Otro estigma del sentimiento de culpabilidad es que la mujer maltratada justifica los actos de su pareja, que se observa en frases como: “me he caído por las escaleras”, o: “pobre, es que estaba muy nervioso, o es que yo no tendría que haberle dicho esto o aquello”, "Más tarde llegaron los golpes...Él me decía que me los merecía...Pensé que quizás él tendría razón...”.

martes, 3 de febrero de 2009

ENTREVISTA ALEJANDRA MENASSA EN EL BOSQUE DE PALABRAS


Cuadro: Venus consolando a Cupido, de Boucher



Entrevista a Alejandra Menassa por Francisco Legaz en el Bosque de palabras:



y el poema extractado con música:




Este es el poema:


NO PUEDE HACERTE RESPONSABLE.


No puedo hacerte hoy responsable de mi sueño, ni de nada.Crucé mares de oxígeno en tu búsqueda, tú no estabas,quise encontrarte muchas veces, tanto quise, que dibujé fantasmas.En el marasmo de mis ocupaciones cotidianas,te perdiste, celoso, irreverente, pequeño camarada del fracaso,amante de la sangre derramada, adalid de las nubes, viento frío en la cara,mi centinela acorralado por su propia existencia figurada.No puedo hacerte hoy responsable del tropiezo ni de la ciega dicha,Mi amor te transformó en un príncipe, y la corona que pusesobre el hombro, pesaba demasiado, famélica figura que se escapa,fui yo que te pintaba, fui yo que te escribía, fui yo que te escondí,como un retazo de sol que envuelve a la mañana rosas blancas,tras el ozono azul de mis palabras, mentira que refulge a la luz del desamor,cuando cae el telón de la ignorancia, y la verdad nos ciega con su luz tan extraña...No eras hermoso, en mis ojos la belleza descansaba, no eras siquiera bueno,yo quería tanto que lo fueras...., que dibujé fantasmas.

lunes, 2 de febrero de 2009

El MALTRATO FAMILIAR 3. CONCEPCIÓN PSICOANALÍTICA DE LA CULPA


Cuadro: Las tres edades de la mujer (fragmento), de Gustav Klimt, reproducción de Alejandra Menassa.
Como ya habíamos señalado la culpa es algo inherente a lo humano, forma parte de nuestra constitución como deseantes, habita en nosotros como un sentimiento más y en muchas ocasiones dirige nuestros actos.
Un sujeto puede sentirse agobiado por un sentimiento de culpabilidad que sólo encontraríamos justificado en un asesino varias veces reincidente, y haber sido siempre, sin embargo, el hombre más respetuoso y escrupuloso para con sus semejantes, lo que nos muestra que la culpa no tiene relación con faltas reales.
Pero entonces, ¿de qué nos sentimos culpables? Una escena que podemos observar con cierta frecuencia en la infancia nos puede mostrar el camino: un niño al cual se le reprocha una falta niega resueltamente la culpa, pero al mismo tiempo llora como un pecador convicto. Podríamos pensar, quizá, que el niño miente al asegurar su inocencia, pero el caso puede ser muy otro. El niño no ha cometido la falta que se le atribuye; pero sí, en cambio, otra que ignoramos y de la que, evidentemente no le inculpamos. Niega, pues, su culpabilidad -en cuanto a la una- pero, al mismo tiempo, delata su sentimiento de culpabilidad por la otra.
El adulto se conduce en este punto, en relación con el sentimiento de culpa, como el niño que acabamos de describir. Su culpa no tiene que ver con hechos reales, pero sí posee una base real. Se funda en intenciones inconscientes y permanece inconsciente.
Si bien la culpa puede proceder, evidentemente, de un acto de violencia efectivamente realizado, también puede proceder de uno simplemente fantaseado. Mientras el sentimiento de culpa emanado del remordimiento por la mala acción, siempre es consciente, el fantaseado, permanece inconsciente
Para aproximarnos al sentimiento de culpa que habita en cada uno de nosotros tenemos que retrotraernos a nuestra constitución como sujetos deseantes.
Tanto para la niña como para el niño, el primer objeto amoroso es la madre. Ambos pasan por varias etapas: se enamoran de la madre, se enamoran del padre, o de sus sustitutos. Seguro que todos hemos oído alguna vez a algún niño decir: cuando sea mayor me casaré con mamá. Y también se identifican con la madre y con el padre, como se expresa en la frase: yo, cuando sea mayor quiero ser ingeniero como papá. Podemos decir que es en la familia donde se aprenden los primeros modelos de hombre, de mujer, de padre y de madre.
Pero la relación con el padre es ambivalente, el niño quiere tener a la madre para sí solo, la presencia del padre le contraría, se enfurruña cuando el mismo da a la madre muestras de ternura y no esconde su satisfacción cuando su progenitor se halla ausente o parte de viaje, abriga en su fuero interno el deseo de muerte del padre (para el niño, el que se muere desaparece, se marcha, ni siquiera saben que para siempre. No tiene la muerte para él ninguna de las connotaciones que luego tendrá para el adulto. Un niño cuyo padre había muerto, dijo: Entiendo que papá se haya muerto. pero no comprendo porqué no viene a cenar esta noche). En otras ocasiones muestra una gran ternura para con el padre. Estas actitudes sentimentales ambivalentes, que en el adulto entrarían fatalmente en conflicto, se concilian muy bien y durante largo tiempo en el niño, del mismo modo que en épocas posteriores continúan perdurando lado a lado en lo inconsciente.
En un momento dado, el niño llega a comprender que la tentativa de suprimir al padre como a un rival sería castigada por aquél con la castración. Por miedo a la castración, o miedo a perder el cariño de los cuidadores, abandona el deseo de poseer a la madre y suprimir al padre (complejo de castración). Pero tal deseo permanece conservado en lo inconsciente, constituye la base del sentimiento de culpabilidad. El parricidio es el crimen capital y primordial, tanto de la Humanidad como del individuo. Es la fuente principal del sentimiento de culpabilidad.
Los niños padecen de una culpa antes del complejo de castración, que nada tiene que ver con el sentimiento de culpabilidad inconsciente. Una culpa cuya fuente es su relación con la madre, esa relación de la cual el niño depende en su totalidad. Saberse amado por ella hace desaparecer todo peligro. Por el contrario, cuando ella se aleja o él se siente rechazado, son momentos vividos por el niño como de extremo peligro, temiendo que ese ser todopoderoso que es para él su madre, ahora sea un enemigo, ahora quiera devorarlo o algo peor.
Después del complejo de castración el sentimiento de culpabilidad es inconsciente, sólo sabemos de él por sus efectos. Se expresa como necesidad inconsciente de castigo. Así por ejemplo, se sabe de la existencia de delincuentes por sentimiento de culpa, en los que la culpa es previa a la realización del delito, es la culpa la que les lleva a cometer un delito por el que ser castigados, con lo que calman el sentimiento inconsciente de culpa. En otras ocasiones observamos a enfermos que están “tranquilos” en su enfermedad porque viven la enfermedad como un castigo, etc. El sujeto se castiga a sí mismo con una elección matrimonial poco afortunada, pierde su fortuna o acepta como un castigo del Destino una larga o peligrosa enfermedad orgánica. En los niños podemos observar directamente que “son malos” para provocar el castigo, y una vez obtenido éste, se muestran tranquilos y contentos.

EL MALTRATO FAMILIAR.2 .BREVE REVISIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE CULPA


cuadro: Saturno devorando a su hijo

En una cultura cristiana, como es la nuestra, la culpa está a la orden del día. Sabemos que la doctrina cristiana, nos dice que Cristo murió en la cruz para redimirnos a todos los hombres, pero no es el cristianismo el que introduce la culpa como concepto clave, aunque allí encuentre ésta su apogeo y su mejor vehículo para propagarse.
Los sacrificios que se realizaban en épocas remotas, ya incluyen esta noción de culpa. Muy avanzada ya la época clásica, en Grecia, algunos ritos prescribían que el sacrificador huyera una vez consumado el sacrificio como si hubiese de sustraerse a un castigo. En Grecia se hallaba muy difundida la creencia de que el sacrificio de un buey constituía un verdadero crimen, y ciertas fiestas atenienses -las bouphonias- en las que se sacrificaban animales de esta especie, eran seguidas de un verdadero proceso judicial, sometiéndose a interrogatorio a todos los partícipes, los cuales se manifestaban de acuerdo en echar la culpa al cuchillo, que era arrojado al mar.
Este curioso ejemplo del cuchillo nos ilustra sobre la necesidad humana de “buscar culpables” frente a cualquier hecho de la vida.
Pero había aún otro camino para atenuar la conciencia de la culpabilidad, además de los sacrificios de animales, y este otro camino es el que Cristo fue el primero en seguir. Sacrificando su propia vida redimió a todos sus hermanos del pecado original. Esta doctrina del pecado original es de origen órfico (Orfeo es un personaje mitológico griego, poeta y músico), quedó conservada en los misterios y pasó de ellos a las escuelas filosóficas de la antigüedad griega. Los hombres eran descendientes de los titanes que mataron y descuartizaron a Dionisos, y el peso de este crimen gravitaba sobre ellos. En un fragmento de Anaximandro leemos que la unidad del mundo quedó destruida por un crimen primitivo y que todo lo que de él resultó debía soportar perdurablemente el castigo.
La situación que nos muestra la tragedia griega en su forma primitiva alude a esta misma serie crimen-culpa-castigo. Un cierto número de personas idénticamente vestidas -el coro- rodea al actor que encarna la figura del héroe. El héroe de la tragedia debe sufrir. Ha echado sobre sí la llamada culpa trágica, cuyos fundamentos resultan a veces difícilmente determinables, pues con frecuencia carecen de toda relación con la moral corriente. Casi siempre consistía en una rebelión contra una autoridad divina o humana y el coro acompañaba y asistía al héroe con su simpatía, intentando contenerle, advertirle y moderarle, y le compadecía cuando, después de llevar a cabo su audaz empresa, hallaba el castigo considerado como merecido.

domingo, 1 de febrero de 2009

EL MALTRATO FAMILIAR. UN ACERCAMIENTO DESDE EL PSICOANÁLISIS. PRIMERA PARTE


Cuadro: Judith y Holofernes, de Franz Von Stuck
En ocasiones, se escucha del psicoanálisis que culpa a la mujer maltratada por serlo. Ésta es una acusación totalmente infundada. Habría que aclarar inicialmente que la culpa no es lo mismo que la implicación. La implicación alude a que la mujer maltratada está de tal manera inmersa en esa situación que, sin la participación de la misma, es imposible que escape a ella.
Aclarar también que aunque aquí se trabaje únicamente la posición de la mujer maltratada, ya que esos son los límites que se impuso esta comunicación, es obvio que no hay maltrato sin maltratador.
Las mujeres permanecen, en ocasiones, años bajo el maltrato de su pareja, tienen construido todo un sistema de pensamiento que les impide escaparse de esa situación. De lo que verdaderamente son victimas, amén de sus parejas, es de esas maneras de pensar, de esas frases que las atan de pies y manos, de una idea equivocada de ser “propiedad privada del otro”, de una idea de ser incapaces de sobrevivir sin un hombre. Padecen del prejuicio de que una mujer sin un hombre “no es nada”.
Como éstas, podemos observar muchas otras frases que llevan a la mujer a “tolerar” su situación de maltrato.
El abordaje psicoanalítico no pretende culpabilizar a la mujer, sino mostrarle todas esas frases de las que es víctima, para que ella pueda liberarse de ellas, su verdadera prisión, para que pueda poner al lado de esas frases, otras.
La mujer maltratada, además de serlo, se siente culpable, cree que algo en ella ha provocado el maltrato del otro. Veremos en el curso de esta exposición algunas frases tomadas de pacientes mujeres, que habían sufrido o estaban sufriendo una situación de maltrato. En ellas se evidencia que la mujer se siente culpable ¿pero culpable de qué?, porque del golpe es culpable el que pega.
El psicoanálisis le permite a la mujer otra manera de relacionarse con el sentimiento de culpa, ya que tenemos que saber que sentimiento de culpa tenemos todos, hombres y mujeres.
La culpa es uno de los sentimientos más intolerables para los humanos, por eso que en ocasiones, lleva a la búsqueda de castigo, porque el castigo calma la culpa. Ya que no podemos terminar con el sentimiento de culpa (es algo inherente a lo humano, no hace falta haber cometido delito alguno para sentirlo, o basta haber imaginado o soñado cometer un delito para sentirlo), al menos, podemos aprender a arreglárnoslas con él, a tolerarlo y a no permitir que sea este sentimiento el que guíe nuestras acciones, es decir, a renunciar al castigo que la culpa siempre reclama.
En este artículo se revisan, desde la práctica diaria psicoanalítica y desde los textos psicoanalíticos, algunos casos de maltrato y las aportaciones que puede hacer el psicoanálisis, centrándonos en dos aspectos: cómo se juega la culpa en la mujer maltratada y la revisión de algunos de los prejuicios que llevan a una mujer a soportar y permanecer en una situación de maltrato.
En contra de lo que se difunde en los medios de comunicación, de lo que muchos ya creen a pies juntillas, la aseveración de que cualquier mujer puede ser victima de maltrato, no es cierta. Cualquier mujer puede, en un descuido recibir un golpe, pero hay muchas mujeres que jamás permitirían que eso se repitiera.